Eva, sonríe para la cámara

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Eva, sonríe para la cámara

(Martes 9:00 am - dos meses antes del mausoleo)

Desde que había subido al autobús aquel chico no dejaba de voltear a mirarla, sonriente, pícaro, con unos ojos maliciosos que alternaban por momentos entre la pantalla de su smartphone y la posible totalidad del cuerpo de Laura. Y ella intuía cual era la razón de tan incómoda observación, que carecía totalmente de un sentimiento de atracción común, que más bien desbordaba burla y perversión. Solo bastaba con recordar tres días atrás, cuando se filmó, y pocas horas después, se subió el video de la vigésima novena broma de su famoso vlog en internet.

Sus sospechas fueron confirmadas cuando el chico, que al parecer se convencía de su descubrimiento, tocó con el codo a su amigo y le susurró algo al oído, provocando una reacción de sucio y sonriente asombro en este.

A Laura solo le quedaba fingir tranquilidad, evitar el contacto visual con aquellos desgraciados que sin el menor remordimiento, se mofaban de tener al frente a la chica que había aparecido desnuda en la playa en un video, suplicando desesperada mientras se escuchaba la risa de los espectadores, acuclillada, abrazando sus rodillas en posición de completa humillación. Todo eso le hacía desear no haber salido siquiera de su casa ese día, o no hacerlo durante todo un mes, ¡o tal vez ya nunca! O por lo menos, que a los malditos choferes, no se les hubiese ocurrido colocar los asientos de manera que la gente quedase sentada de frente a los otros pasajeros; cosa que le hacía odiar aún más al transporte público de su ciudad.

Susana había cruzado la línea, la muy maldita le había prometido que el video sería censurado, que la broma no se trataba de atraer a depravados, y por lo tanto su cuerpo se vería con parches pixelados. Pero, al parecer, Susana no tuvo suficiente con desnudarla frente a las personas presentes aquel día; quería que todo el mundo viera cuando..


(Sábado 2:15 pm, tres días atrás, )

...sin previo aviso, la carpa donde se cambiaba se desprendió bruscamente del suelo. Laura la aferró con firmeza y decisión (no dejaría que el viento se llevara su único refugio), sin saber que cometía un grave error. La fuerza del objeto la arrastró un par de metros antes de que quedara tirada en la arena, panza arriba y con todo su ser expuesto al cálido sol de verano, a excepción de su pecho, tapado solo con un desamarrado sostén. Con una velocidad casi sobrehumana, se dirigió al lugar donde hasta hace unos segundos se encontraban su toalla y su ropa, solo para descubrir que ya no estaban allí. Se puso de cuclillas, volteó a todos lados, buscando con apresuradas miradas la ayuda de sus amigas. En su mente suplicó a los dioses, cualquiera que tuviese piedad de ella, que eso no estuviera pasando. Pero al ver como una cuatrimoto se perdía por el horizonte arrastrando su carpa, le llegó un alarmante presentimiento.

Antes de que pudiese reaccionar una chica apareció tras ella y, con tremenda brusquedad, le arrebató la única prenda que le quedaba. Laura movió su brazo para taparse en un vertiginoso reflejo. Vio que la chica apuntaba una cámara hacia ella. Ahora no quedaba duda; estaba siendo víctima de la venganza de Susana.

—¿Grabaste todo, Carol? —preguntó Pedro entre risas, el infeliz que siempre era cómplice en las bromas de Susana. Ya era suficiente con que ese bastardo la viera desnuda para sentirse humillada.

—No te preocupes, ya tenía lista la cámara antes de que se metiera a cambiarse. —Carol no reía a carcajadas como lo hacía Pedro y otras personas alrededor, pero su sonrisa transmitía una crueldad que causaba en Laura una sensación aún más horrible de lo que lo hacían todas las carcajadas juntas.

Algunos transeúntes se detenían para observar la escena. Unos reían, unos cuantos ponían expresión de disgusto, otros se cubrían la boca con una mano, aunque nadie intervenía.

Contienda de insensatosWhere stories live. Discover now