Son las 6:34 de la mañana y estoy tirado en mi cama, con la vista hacia el techo, con una botella de licor en la mesa de noche, con muchas colillas de cigarros en el suelo y una puta que me encontré en la calle anoche, una puta a la que me cogí durante horas, esta tirada en mi cama boca abajo, aplastando sus grandes pechos, tiene una cintura media y nalgas pronunciadas, y sus piernas son largas y morenas. Mierda, ya me están dando ganas otra vez y la zorra sigue dormida, le voy a pagar así que tiene que hacer todo lo que yo quiera.
Le doy la vuelta por lo que ella se despierta de inmediato, y me mira con sus ojos cafés oscuros, cuando habré la boca para hablar la beso, metiendo mi lengua en su boca, buscando su orificio vaginal para poder terminar con las ganas, la encuentro y entro en ella sin decir nada sin pensar si está lo suficientemente lubricada y al parecer no lo estaba porque se aparto de mi boca y arqueó la espalda acompañada de un gemido fuerte no se si de dolor o de placer, no me importa en lo más mínimo, tomo sus manos entre una sola mía y la llevó hacia arriba de su cabeza, ella no puede usar las manos para sostenerse, por lo que enrosca sus piernas en mi cintura con fuerza, mientas yo sigo entrando y saliendo si detenerme, hasta que siento ese estallido de placer al igual que ella, al mismo tiempo siento como sus contracciones de placer acarician mi miembro de forma dulce y viciosa
Le suelto las manos y pongo las mías a cada lado de su rostro, para seguir moviendo las caderas, siento mi cabello pegado a la frente por el sudor, siento sus pechos tocando el mío en cada movimiento y es delicioso es como un postre bien servido. Después de unos minutos me detengo, quedándome quieto adentro de ella calmando mi respiración. Ella me observa atenta a cada detalle de mi rostro.
— lindos ojos — pronuncia de repente yo la miro y asiento — ¿no dirás nada?
Pobre estúpida, creé que me sacara alguna palabra, me levanto y con cuidado salgo de ella, no porque me importe si no porque se que si hago algún mal movimiento tendré ganas otra vez. Camino hasta donde están tirados mis jeans saco la cartera y le tiró una buena cantidad de dinero, luego le hago un movimento de cabeza para que se largue de mi casa de una vez, camino hasta el sanitario y cierro la puerta para darme una ducha de agua fría, quiero que el frío entre en cada parte de mi cuerpo.
Me tardo en la regadera al menos unos veinte minutos sólo dejando que el agua fría caiga sobre todo mi cuerpo, y dándole tiempo a la tipa que tome sus cosas y se largue de una vez. Salgo de la regadera y me planto frente del espejo observando cada parte de mi ser, le sonrió a mi reflejo, me agrada, me gusta todo de mi, desde mis cejas negras pobladas hasta el lunar más pequeño que tengo en el cuerpo. Tomo una toalla de las que están colgadas en la Pared y me la enrollo en la cadera sin haberme secado el cuerpo, siento una vez más el frío golpear mi piel. Salgo del baño y miro toda la habitación, la mujer ya no está doy gracias al cielo, que no se quedó a desayunar o para algo mas, no la hubiera soportado más tiempo, total, lo único que quería era sexo y no un desayuno de amantes. Salgo de la habitación directo a la cocina a preparar o recalentar algo que pueda comer si no es que la comida ya está demasiado vieja y tengas ojos y pueda hablar, eso sería lo último que querría... Que mi comida hablará.
Abro la nevera y observó mis posibilidades de morir intoxicado, son pocas sólo un tomate, un pedazo de lechuga, un poco de queso, prefiero morir de hambre a comer eso, aunque hay un poco de leche tal vez haiga cereal, saco el cartón de leche y camino hasta la estantería tomo la caja de cereal y la miro su interior, hay un poco de comida, con eso sería suficiente para desayunar ya luego me encargaría de ir por comida al supermercado.
Tomo un bol hondo y vacío el cereal y la leche, luego tomo una cuchara y así de simple camino hasta el sofá a ver televisión, cambio por un tiempo de canales sin encontrar nada divertido que ver, no hay nada interesante nada, divertido o tal vez todo me aburre, mejor apago la televisión y terminó mi pobre desayuno cuando el timbre de la puerta suena, dejo el bol en el sofá y camino a ver quien es la maldita persona que interrumpe mi desayuno, al abrir me encuentro con una pequeña monja, muy pequeña tal vez me llega hasta los pectorales, por lo que ella levanta la cabeza para mirarme, pero en seguida baja la mirada y con la misma rapidez la voltea a un lado, me toma unos segundos darme cuenta que su reacción se debe a que estoy solo en toalla.
Sonrió de oreja a oreja y le tocó el hombro ella levanta el rostro avergonzada, no parece ser una mujer mayor de 25 a 28 años y eso me agrada, ya que yo solo tengo 23 años, pero seamos realistas no voy a tirarme a una monja, en primera porque soy muy religioso y en segunda porque tiene los ojos azules y el azul no es mi color favorito, menos en la vista de las mujeres, la tercera opción por la que no la metería a mi casa es que tiene las uñas de las manos muy feas, y eso no me agrada, para mi la belleza de una mujer puede reflejarse en las manos, suaves, delicadas, delgadas de dedos largos y blancos.
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Doris
Mystery / ThrillerLa veía pasar todos los días y todas las tardes, con sus labios en rojo chispeante, y sus cabellos amarillos como el oro, sus calcetas altas cubrían esas piernas que yo quería tocar, esas malditas calcetas altas no me dejaban ver su piel blanca como...