Prólogo

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  • Dedicado a a las personas que confían y confiaron en mí, y a mis musas, las amo!!
                                    


La miro a los ojos. La criatura es hermosa, a cualquiera puede darle miedo, pero a mí no, ya estoy acostumbrada. 

Tal vez es por sus ojos vacíos y blancos, por su pálida piel traslúcida, sus labios sellados con hilo negro, o su cabello oscuro flotando en la habitación lo que me resulta fascinante de ellos. 

Son hermosos ante mis ojos, nunca pude entender por qué los demás les tienen miedo, por su apariencia, tal vez, pero recuerdo que una vez leí un libro que decía que lo esencial es invisible a los ojos, lo que importa esta dentro de su corazón, de su alma.

Jamás me importó su apariencia, desde que tengo memoria los veo, ellos me llaman, yo los llamo, es como una especie de juego. 

Nos encontramos en mis pesadillas, cuando todos duermen bien tranquilos, yo sueño en negro y blanco, sueño con la vida y la muerte, que me hundo en el infinito oscuro.

 Y luego, luego aparecen ellos, rodeándome en un círculo, cantándome canciones en una lengua que jamás escuché en otra parte, bailando, como si me quisieran maldecir, como si tuvieran algún efecto negativo y oscuro en mí.

Son pesadillas, yo lo sé, ellos me lo dijeron, siempre, todas las noches, me visitan y lo intentan, pero nunca, ni una sola vez de nuestros tantos encuentros pudieron enviarme al lado oscuro. 

Ellos quieren hacerlo, quieren hundirme en sus pesadillas monstruosas. 

Pero hay algo en mí, algo que hace que no les tenga miedo, algo que los vuelve locos, no sé qué sea, pero aquello me protege e las pesadillas.

Recuerdo que la noche antes de morir mi madre me colocó un hermoso espanta-pesadillas junto a mi cama, era precioso, nunca lo saqué de su lugar, solo una vez, para probar si, tal vez, no era un mito que eso espantaba a las pesadillas, pero no funcionó para ellos, y yo volví a pasar otra noche escuchando sus cantos de pena y muerte.

Jamás les tuve miedo, por eso acudieron a mí en ayuda, porque yo era la única persona en el Mundo de los Despiertos que no les tenía miedo, su única amiga. 

Dulces PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora