3. tu

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A la siguiente semana, fue otra vez en su busca. Volviendo a recorrer todos los recovecos de la ciudad, la cual no era muy grande y casi se podría recorrer a pie de palmo a palmo. Hasta pensó en coger un autobús para ir a casa de Raoul que se encontraba a las afueras, por si acaso estuviese enfermo, pero pensó que quizás estaría ocupado o no le quería ver. O simplemente... ni siquiera se encontraba en el mismo espacio temporal que él en ese momento.

"¿Y sí...? ¿Y si realmente había desaparecido? ¿Y si no lo veía nunca más?" Negó con la cabeza para desechar los pensamientos que asaltaban su mente, los cuales le producían un sentimiento de vacío y al mismo tiempo la tormenta más violenta arremetiendo contra las paredes de su estómago provocándole náuseas.

Pasaron tres semanas y seguía sin saber nada de él. Buscándolo por todos los bares y discotecas de la ciudad, por sus calles, sus edificios, pero Raoul no aparecía por ningún sitio.

A Agoney se le dibujó una sonrisa en la cara al no parar de pensar en aquella noche que pasó con él. En cómo le hizo sentir, en su olor, en su pelo sin una sola gota de laca que dejaba caer un mechó del flequillo sobre su frente. De repente, esa sonrisa desapareció al pensar que quizás no lo vería más porque Raoul se había ido, o porque no quería verle jamás, o tal vez, porque se fue. Así. Sin más. De modo que se fue para casa, se dio una buena ducha y se metió en la cama hecho un burrito of sadness, el cual se puso a llorar hasta que el sueño le venció.

Al mes, Agoney se dio a él mismo la que sería la última oportunidad para encontrarlo. Volvió a ir a la discoteca, como cada semana, sin esperanza alguna ya, pensando que una vez más, no iba a encontrarlo. Salió de casa recién duchado, arreglado, pero sin peinar. A él siempre le gustaba peinarse, pero la verdad es que todos adoraban su pelo sin un solo ápice de calor artificial en él, dejando mostrar los pequeños caracoles que se le formaban. Al llegar, miró hacía todas las esquinas de la sala y no tuvo que reparar mucho tiempo hasta que, para su sorpresa, al acceder al interior, a la primera persona que vio fue a Raoul. Estaba bailando con un chico en la pista de baile, al que creía conocer. Al fijarse bien, se dio cuenta de que no era ese chico, sino otro, lo cual no sabía si le alegraba o si le entristecía más aún por haberle encontrado reemplazo tan pronto.

Agoney no entendía nada, no sabía por qué volvía a sentir esa frialdad en el cuerpo al ver a Raoul con otro. No había nada entre ellos que no hubiese sido una noche de sexo. Pensaba que podía lidiar con ello, pero por lo visto, su corazón no lo tenía tan claro. Nunca había sentido algo tan intenso en tan poco tiempo y, además, tampoco debería sentir aquello, pues las dificultades incrementarían con el tiempo. En ese mismo instante pensó en dar media vuelta e irse por donde llegó, pero no podía. Tenía tal barullo de emociones en su interior que una fuerza le impedía mover dar un solo paso atrás.

Agoney avanzó hasta quedarse a unos tres metros del lugar donde se encontraba el chico que le anulaba cada uno de sus sentidos racionales, que pasados unos cinco minutos advirtió de su presencia. Le miró, pero sin hacer ningún intento por acercarse y saludarlo. Agoney se extrañó ante ese comportamiento. Realmente eso le hacía volver al pensamiento de que aquello fue una noche de sexo sin nada más allá que diversión. Aunque para Agoney no fue eso. Lo que él sintió fue los aleteos de cientos de mariposas en su estómago cada vez que Raoul le tocaba o le besaba. Sintió ser reconstruido después de ser derribado, tocado y hundido con la mayor bola de demolición a la que se había enfrentado.

Pero Agoney no podía quedarse con las dudas y lo único que quería era que le aclarase algunas cosas, de modo que sacó fuerzas de donde pudo y se dirigió hacia donde estaba Raoul, cogiéndole del brazo y llevándolo al baño como la última vez que se vieron, dejando al otro chico solo en medio de la pista con la cara desencajada ante tal escena. Raoul fue llevado a rastras mientras le gritaba a Agoney, sin éxito alguno de que este oyese algo más que no fuese sus pensamientos y su corazón latiendo al ritmo de los recuerdos de aquella noche.

NatsukashiiWhere stories live. Discover now