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Nota: Os recomiendo encarecidamente que escuchéis la canción mientras leáis este pequeño prólogo. No os preocupéis si os parece todo un poco confuso, ya lo entenderéis. Espero que disfrutéis mucho de este AU. Cualquier duda o cosa que me queráis mencionar, podéis dejármelo en los comentarios <3.


Desde el primer momento supieron lo que se estaban jugando si seguían adelante con aquel plan que habían estado preparando tan minuciosamente.

Fue precisamente por eso -las noches en vela, pensar y pensar hasta que doliese la cabeza- reescribir una y otra vez cada movimiento que fueran a dar, repasar las funciones de cada uno-, por el esfuerzo y las ganas que le habían puesto a todo aquello, por lo que Raoul se sentía tan jodidamente culpable por lo que estaba pasando en este mismo momento.

La tensión le agarrotaba los músculos, el miedo y la rabia se vislumbraban en sus pupilas, la vena de la frente palpitaba tanto que juraría que estaba a punto de explotar.

Escuchó un grito de dolor que le heló la sangre y en ese momento buscó desesperadamente la mirad de su novio.

Agoney.

Su nombre resonaba en su cabeza, haciéndole temblar y obligándole a agarrarse a algo -a cualquier cosa-. Encontró una mano, y se aferró a ella como si su vida dependiese de ello. Y la verdad es que lo hacía, se le acababa el tiempo.

- ¡Raoul!

El aludido se estremeció al escuchar a su amiga pronunciar su nombre con tanto miedo. Ella nunca -jamás- tenía miedo.

- Miriam -un pequeño hilo de voz-. ¿Dónde está?

- No lo sé, amigo, pero tenemos que irnos.

- ¿¡Qué!? No me pienso ir hasta que todo el mundo esté a salvo. Todo esto es culpa mía y de Agoney, tendría que haberle parado cuando tuve la oportunidad, porque ahora no habría sangre inocente derramada.

- Dios, Raoul, ¡esto no es culpa vuestra! -el tono de su amiga le dejó un poco descolocado-. Sabíamos dónde nos estábamos metiendo, lo que hacíamos y las posibles consecuencias.

Abrió la boca para responder, pero las palabras se quedaron atrapadas en lo más profundo de su garganta cuando le vio.

Su Ago. Su amor.

- ¡Mickey!

- Mi niño -una sonrisa que le derritió el corazón, como ocurría cada vez que le miraba, con los ojos rebosantes de amor.

Los dos corrieron a la vez para unirse en un abrazo en el que las lágrimas tuvieron un papel protagonista. Un beso salado con la promesa muda de que no sería el último.

Palabras de amor y, finalmente, una explosión. 

falling in reverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora