La balada de Cell (2/2)

57 4 4
                                    

Ninguna palabra describiría mis sentimientos en ese entonces.  Rubria sin pensarlo dos veces comenzó a vestirse mientras yo me aguantaba las tremendas ganas que tenía de abofetearla por haberme visto la cara de esa manera porque con un golpe mío, por muy ligero que fuera, podría lastimar severamente a Rubria al extremo de poder matarla. La mejor venganza o mejor dicho, la mejor compensación que ella me podía hacer era precisamente terminar lo que no empezó aquella noche en la que me dejó; por lo que volví a tomarla y le arranqué la ropa que se había vuelto a poner. Rubria no comprendía nada pero aún así se dejó llevar por el momento.

-Te odio...-susurró mientras me dirigía sutilmente a su monte de venus.

-No es verdad.-contesté.

Finalmente después de esos sublimes momentos de placer y como si contará con ciertos poderes premonitorios, Rubria se dispuso a entregarme algo. Espero el lector recuerde cual era el bien más preciado que guardo conmigo ahora en el infierno y que durante los momentos de desesperación cuando Rubria se había apartado de mi lado,  me había olvidado por  completo de su existencia.

-¿Ves aquella motoneta  en la que me conduje hasta aquí?-dijo Rubria quien todavía yacía desnuda entre mis brazos

-Sí, la veo claramente.-dije extrañado a tan repentino cambio de tema

-De bajo del asiento hay una especie de compartimiento, ahí tengo algo que alcancé a salvar antes de que destruyeras la casa a la cual me llevaste.

Rubria se colocó nuevamente su ropa roída y fue por aquel misterioso objeto. Ya de regreso me lo entregó: era aquella fotografía que yo le había tomado, esa donde salía semi-desnuda sobre la cama. ¡Oh, el placer que me invadió al verla de nuevo! Su cuerpo perfectamente proporcionado y en asonancia con su bello rostro.

-Antes de marcharme algo dentro de mí me dijo que la guardara. No sé es una de esas corazonadas que por alguna razón uno siempre debe de escuchar.-me dijo- igualmente sentí que tú debías quedártela.

Y así pasó. Guardé aquella foto sin temer ni sospechar de las palabras de Rubria. Para dormir así calmada y placidamente bajo la fría noche que con su velo cubría el verdadero rumbo de nuestros destinos.

Pasaron los días y finalmente llegó el momento de mi segunda pelea contra Gohan. Ahora estaba más motivado que la primera ocasión. Todo se llevaría acabo en las faldas de la montaña para que mi preciosa rehén que tal parecía sufría de aquel extraño padecimiento de encariñarse con su raptor, observara todo desde lo alto con tal de no sufrir ningún daño a causa de nuestro combate.

Ese día la veía feliz...quizá no...quizá... sus ojos notaban cierta melancolía por no decir que daban la impresión de romper en llanto en cualquier momento. En la mañana antes de que diera inicio esto Rubria no quería dejar de abrazarme y sorprendentemente me perdonó por todo el daño que le había causado a su vida cuando yo en el fondo sabía que no merecían ninguna clase de perdón o compasión por mis actos. Era como si ella tratar de estar en paz conmigo antes del encuentro con aquel sayajin.

-Entonces ¿ya pensaste en qué apostar, pequeño Gohan?-le dije al momento de tenerlo frente a mí.

-No sé si tenga caso.-contestó.-si yo gano será porque acabaré de nuevo con tu vida.

-Veo que entonces todo seguirá conforme yo lo marqué. Ahora tengo una gran razón para seguir con vida y eso no me dejará derrotar tan fácilmente.

-Sigo pensando que Rubria merece un futuro mejor.-dijo-¿qué le garantizas? ¿Una vida llena de violencia; de muertes cargadas en la conciencia que a leguas se ve que tú no tienes? De acabar con todos nosotros, Cell, ya no te quedará nadie más con quien pelear. Matarás a cada criatura que habité este mundo para saciar ese amor que tienes por matar y luchar ¿quién me asegura que después de que ya no tengas a nadie más con quien divertirte recurras entonces a Rubria y llegues a matarla?

-¡Callate! Tú no tienes idea de todo lo que llevo en mente. Hay más planetas y universos. Yo seré su peor pesadilla y a mi lado tendré a mi Rubria como la reina de mi objetivo.

-Eso es algo que tampoco puedo permitir.

La pelea comenzó bastante igualada. Ambos teníamos una verdadera ambición que nos motivaba a no perder y por alguna razón la mía me llenaba de más fuerzas al punto de que llegó un momento en el que yo tenía el control de todo. Gohan estaba siendo brutalmente herido que ni su furia liberada era capaz de vencerme. 

Había comenzado a confiarme y me podía ver a mí causando total terror en todos los habitantes de este planeta y evidentemente con Rubria a mi lado. Gohan ya no podía más y por ello no tardaron en hacerse presentes sus miserables amigos: Piccoro, Vegeta y dos chiquillos que no había visto antes. Uno de ellos era el vivo retrato de Gokú mientras que el otro parecía como si ya lo hubiera visto en otra ocasión. Al poco tiempo me enteré de que se trataba nada menos que de Trunks. Eran esos dos mocosos los rivales a los cuales más temer y más estando yo solo contra todos ellos pero para mí suerte (quien diría que después sería para mi desgracia) mis Cell jr. a los que había dejado olvidados aparecieron para defender a su padre. Evidentemente como en la primera batalla, mis pequeños le dieron ardua batalla a esos granujas pero como ya lo había mencionado, los dos chiquillos eran rivales bastante poderosos tanto que hicieron enfadar  a mis hijos al punto de obligarlos a hacer una locura que hasta el día de hoy no llego a perdonarles en lo absoluto.

Aquí es cuando narrar se vuelve muy difícil para mí. Aquí es cuando un canto fúnebre resonó por todo el universo. Trunks y el pequeño Gokú comenzaron a burlarse de uno de mis cell jr jugandole unas bromas aprovechando la gran velocidad que poseían, dando la apariencia de un simple juego entre chiquillos pero  todo tomó su verdadero rumbo cuando al momento de ya no soportar más, mi hijo lleno de rabia lanzó un makakozampo con tal de eliminar a aquellas pequeñas pestes...pero falló, no pudo darle a su objetivo. Sin embargo aquel haz de ki no se desperdició perforando parte del paisaje...no, daño algo todavía más bello, lo que para mí era considerado sagrado e intocable: Rubria...mi Rubria había sido alcanzada por esa ráfaga de energía. Así de sorprendido como quizá usted ha de estarlo lector mío estaba yo en ese trágico instante. Todos se paralizaron por completo.

-¡Rubria!-grité mientras volaba hacia donde se encontraba ella.

El polvo cubría mi visión y solamente los quejidos que emanaba con su delicada voz me conducían a su paradero. Y tirada con todo el abdomen cubierto de sangre, Rubria, sollozando trataba de hilar unas cuantas palabras. Lágrimas salían de sus bellos ojos y la saliva y la sangre se mezclaban en sus lindos y aterciopelados labios y sin ya más nada que poder decir y con la horrible bruma de la muerte sobre su rostro dio su último aliento para morir finalmente en mis brazos...

-Continuará-












El infierno de CellWhere stories live. Discover now