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Lo que habrías llamado feo y absurdo, Dean lo encontró absolutamente impecable y hermoso. El sudor que constantemente estarías limpiando con la mano o con un trapo al azar, te pareció completamente molesto y repugnante, pero por alguna razón Dean lo vio como un resplandor etéreo bailando sobre tu piel.
Tus pulmones se quemaron al presionar tus manos contra tus rodillas, y el sudor que goteaba por los lados de tu cara empañaron tu visión un poco cuando finalmente decidiste enderezarte, mientras estirabas tus brazos sobre tu cabeza. La práctica que se llevó a cabo hoy fue especialmente difícil, pero la superaste y, con suerte, no te engañaste haciéndolo. Dean había decidido acompañarte mientras practicabas, por lo que querías tratar de verte lo mejor posible mientras miraba.
Pero la tarea se consideró muy difícil ya que la pelota de voleibol comenzara a volar hacia ti. El sudor pronto empapó tu camisa de práctica, y tu cabello se convirtió en un lío encrespado cada vez que ibas a apretar tu cola de caballo. Lo encontraste absolutamente repugnante cada vez que veías tu reflejo en uno de los espejos de las paredes, pero Dean pensó todo lo contrario.
Estaba asombrado cada vez que uno se levantaba del suelo y saltaba alto en el aire, con los brazos levantados en el aire antes de golpear la pelota hacia el otro lado de la cancha. Parecías una diosa para él, cada vez que bloqueabas la pelota que se aproximaba o cada vez que la golpeabas. Le asombró, el maravilloso talento que habías adquirido con años y años de práctica. Te veías absolutamente deslumbrante, incluso si estabas cubierta de sudor y moretones recientes.
―No es mucho―, Dean negó con la cabeza un poco mientras te quitaba el agua, y te entregó un trapo para limpiarte la cara antes de pasar un brazo por tu hombro. ―Te ves hermosa, eso es todo.― Inmediatamente tu cara se arrugó con incredulidad y disgusto mientras presionaba sus labios contra tu sien. No te disgustó el hecho de que él te haya besado, siempre le has dado la bienvenida a sus besos felizmente, pero simplemente no sentiste el atractivo de querer besar a alguien tan repugnante por cómo te sentías en este momento.
―Yo no― le dijiste, girando la cara para encontrar su mirada mientras le dabas un pequeño empujón a su costado. ―Soy un desastre sudoroso y grave, espera hasta después de que me haya duchado para decir eso.
―Sí, lo haces―. Con un movimiento de turno, Dean tomó tu cara con sus manos, y él le sonrió suavemente antes de presionar un beso en la punta de tu nariz, tu frente y finalmente tus labios. ― ¿Por qué mentiría acerca de lo absolutamente sorprendente que eres?
