Dos. Nada es nuevo

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ANTONIO

Termino de leer el mensaje de mi hermana en la computadora, junto con mi mejor amigo, Said, él y yo nos conocemos desde la secundaria, ahora estamos en el septimo semestre de la carrera de comunicación, ambos, y no es que lo hayamos escogido juntos, solo un día llego con la pre ficha y me dijo: Ya decidí, comunicación es lo mío. Y yo voltee a verlo y le dije: Que extraña coincidencia. Y bueno dentro de dos meses me caso él es mi padrino, él es el tipo que está a un lado de mí y me dice que es un jodido error que me case a los 23 años, yo no lo pienso, llevo 4 años con Estela y no pienso esperar más por esto, yo solo lo veo, lo ignoro y le digo que se vaya a buscar una novia formal, él se ríe muy alto, levanta su cerveza y saluda con la cabeza a la sirvienta de mi casa: "Por supuesto que no", y le da una gran calada a su cerveza Tecate. Y si, él es el tipo que es mi mejor amigo, irresponsable, mujeriego y arrogante, pero es mi mejor amigo, y hoy será el chofer de mi hermana, porque yo debo ir a ver a mis suegros, ahora solo necesito convencerlo de una jodida vez.

—Vamos Said, no puedes decirlo enserio, ¿de verdad, vetado del aeropuerto? — le grito a mi mejor amigo mientras nos subimos al auto de el— ¿Qué hiciste? ¿Te jodiste a una aeromoza?

El voltea a verme con diversión en su mirada.

—No— nos metemos en su auto—Y estas utilizando mucho esa palabra últimamente. —Lo volteo a ver poco a poco, poniendo en ese simple gesto todo mi enfado — yo solo digo, soy tu padrino, debo decirte este tipo de cosas.

—Solo necesito que la recojas, eso es todo— el arranca el auto y nos metemos en la carretera.

No hablamos durante todo el trayecto, y cuando llegamos a casa de mis suegros, el suspira y se pega la cabeza contra el volante.

—Muy bien, lo haré— me contesta con ese enfado de hermano—Solo no me beses por esto.

—No pensaba hacerlo. —le digo con un poco de asco en la voz—pero te diré un maravilloso gracias— y con esto salgo del auto cerrando teatralmente la puerta y haciendo una reverencia, el sale también y me contesta mostrándome el dedo medio.

Me adelanto al camino de la casa de los padres de mi futura esposa, ahora con los nervios de verlos unos meses antes de por fin hacerla mía, sí, eso me tenía muy nervioso.

—¡Oye! —grita Said desde el interior del auto, con una sonrisa que sé que depara problemas o ideas, ideas que siempre tienen que ver con mujeres, y yo acabo de obligar al maldito ir por mi hermana, estoy arrepintiéndome. —No fue una aeromoza, fue la gerente. — y arranca el auto a toda velocidad y se fue.

—Eso me sonó jodidamente mal.

ADELA

Siento el trasero adolorido, el estómago vacío y la cabeza que me va a estallar, si, por más veces que viaje en avión, nunca lograre acostumbrarme a la sensación de terminar el vuelo. Pero ahora que estoy aquí, ya puedo comer algo y descansar, solo falta buscar a mi hermano para poder ir a descansar a una cama decente, no un hotel, no un motel, no un camión y lo mejor es que no con nadie más, odio compartir la cama con alguien más.

—Tengo tantas ganas de unos tacos decentes — claro y de ver a mi hermano, ¿Dónde demonios se metió Antonio?

Busco por todas partes el cabello negro de mi hermano, pero no logro hallarlo, tengo un año sin verlo pero, demonios, no puede haber cambiado tanto como para no verlo. Voy y me siento en la acera, muy cansada de repente, y sudando por el calor, tan diferente al frio de Londres.

—Adela— escucho mi nombre por algún lugar dentro del aeropuerto, pero no es la voz de Antonio y no volteo, debe ser otra Adela, aunque si lo pienso, ¿Cuántas Adelas pueden haber en este aeropuerto? —Adela Shalom— esa si soy yo, no conozco a nadie con ese apellido, así que levanto la cabeza y veo a un hombre, muchacho, a un individuo, vestido con unos pantalones de mezclilla azules, y una camisa de botones enfrente color verde, tiene puestos unos lentes oscuros, y cuando me acerco un poco más me doy cuenta de que tiene el cabello tan negro como yo, pero la diferencia es que el de él cae despreocupadamente en risos sobre su frente, y el mío es tan lacio que no lo siento.

P O S D A T ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora