Capitulo único

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Desde que era pequeño sabía que nada era normal en mi, el desprecio de mi familia era grande y notorio, yo lo sabía, ¿quién iba a amar a un niño que volaba con grandes alas en la espalda, cada vez que se emocionaba?, la respuesta era nadie, mi mundo solo eran estas cuatro paredes oscuras y con un aire melancólico,donde mi única acción es escuchar voces en mi mente, esto me asustaba, no quería ser esto, quiero sentir el amor de alguien, al menos una vez en mi vida, pero sé que nadie me lo dará, no lo merezco. La puerta del ático se abrio, levante la cabeza y mi mirada se dirigió a la señora, la única persona que tenía el valor de al menos darme algo de comer, baja las escaleras, cuidadosamente para no caer, se acerca y me da una manta para cubrir mi maltratado cuerpo y quitó las cadenas de mis pies pero no las de mi cuello, según mi padre para su protección, ya sabía lo que iba a pasar.
Con silencio, la sigo a la planta alta del gran templo,nos dirigimos al salon de ceremonia, una vez ahi, la señora vuelve a ponerme cadenas en los pies y como siempre, me puse sobre mis rodillas esperando a que arrancarán las pequeñas plumas que se situaban en mi espalda, trataba de no soltar ninguna lágrima, pero era inútil, dolía como el infierno
----Listo, con estas plumas basta para el ritual-- hablo la mujer, yo sólo trataba de no caer de cara al suelo, al instante, el jefe del templo entró y me dirigió una mirada afilada llena de odio , quién pensaría que mi propio padre me mirara de esa manera
----la niña necesita las plumas ahora, no puede aguantar el dolor--- claro, mi padre solo me mantenía vivo para salvar a las personas enfermas.
Estuve un rato con la mirada hacia el suelo, pero al instante levanté la cabeza hacia el rincón del templo, era una joven, una muy hermosa, más hermosa que los océanos cristalinos de mis sueños, me vio con horror, yo sólo baje la cabeza de nuevo, no quiero que sus hermosos ojos vean mi patético ser, pero ella se acercó, me ayudó a levantarme y me llevó al mismo rincón en donde la vi, yo no podía creer lo que estaba haciendo, era anormal, ella con un pequeño pañuelo, curaba mis heridas como si mi cuerpo fuera hecho de cristal.
-- No es necesario que lo hagas, se van a curar solas.

-- Tengo que hacerlo, gracias a ti mi amiga sigue con vida-- me sorprendieron sus palabras, nadie me había agradecido nada, la mire con detenimiento, no podía apartar la mirada de esos grandes ojos verdes.
Desde aquel dia, mis días cambiaron, esa linda chica curaba mis heridas y hablaba con ella todo el tiempo, me enseñó pinturas de paisajes que nunca había visto, aunque mi padre nos viera como abominación, yo seguía con ella, las voces en mi cabeza habian desaparecido con su sola precencia, pero una noche las voces regresaron junto con el sueño de mi propia muerte, sabía lo que significaba esto, mi cuerpo cada día era más débil, mis plumas ya no crecían, mi padre dejo de hacer los rituales, ya no le servia, mi linda chica se preocupaba, pero yo sólo quería hacerla reír.
Un día me sacó en secreto del templo, me llevó a su casa en medio de una pradera, con una extraña herramienta me libró de mis cadenas, nos acostamos en la hierba verde y nos quedamos admirando el atardecer, la miré y le sonreí como nunca lo había hecho
-- te amo, gracias por darme amor cuando nadie mas lo hizo-- sus ojos se abrieron como platos y se levantó,trate de imitarla pero no pude, asi que sólo miré sus ojos cristalinos amenazando con salir lagrimas

-- Gracias a ti y perdón por todo el daño que mi gente te hizo-- mis ojos poco a poco se empezaron a cerrar y lo último que escuche y sentí de mi amada fue un beso tierno y unas dulces palabras

-- Descansa, mi dulce ángel caído.

Cerré mis ojos completamente y me encontraba ligero, los volví a abrir y sentí como un par de brazos me rodeaban, era un abrazo y lo único que ví fueron los ojos con lágrimas de mi amada madre, al fin estaba en casa.

ÁNGEL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora