Capitulo 1: Un deseo hecho realidad

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En una noche lluviosa, en el centro de un extenso bosque, hay un árbol muy peculiar, pues este, tenía un maravilloso grosor, sus raíces salían del suelo, las cuales, en algunas de ellas se formaban una especie de asiento; su color era distinto pero agradable, nunca antes se había visto un árbol así y solo una persona sabía de su existencia. Un joven artista el cual se sentaba ahí, pues, estar en ese lugar lo llenaba de inspiración, él sabia muy bien que si hablaba de aquello pues talarían aquel magnifico árbol, así que solo se quedó callado.

En uno de esos hermosos días, donde el sol estaba en un punto perfecto, los animales paseándose y otros descansando muy cerca, mientras que los animales más pequeños se acercaban al artista muy tiernamente; de repente, el sol fue opacado por las nubes que con ellas traían una ligera lluvia que hacia que el dibujar en ese lugar se volviese imposible, el muchacho salió corriendo del lugar para regresar a casa y volver al otro día. Él joven ya se le había hecho costumbre el ir a ese lugar y convivir con todos esos animales, eso le traía felicidad y lo llenaba de una inspiración, esas eran sus razones por las cuales siempre iba a ese lugar, aún después de vivir cómodamente, lograr todos sus sueños, él seguía volviendo ahí. No obtuvo una familia, y aunque quería tener un hijo al cual poderle enseñar ese lugar, nunca cometió ese acto pues ninguna mujer le llamaba la atención, y así envejeció, con el sueño de un hijo, tanto lo deseo que hizo un dibujo de como él quisiera que fuese, su dibujo más preciado. Un día el joven artista que ahora era un hombre de 40 años visitó por última vez aquel bosque, pues iba a viajar por muchos años y no sabría si volvería al lugar de su máxima inspiración, como recuerdo se tomo varias fotos con aquel árbol y con aquellos animales que tanto adoraba, y como siempre le hablaba al árbol, él sentía que debía darle un recuerdo para que este también lo recordase, así que le dejo un cuadro, cuadro donde estaba pintado el hijo deseado del artista. Mirando una vez más a su querido amigo árbol, con una sonrisa y lagrimas en sus ojos dijo "Hasta luego" para luego voltearse y dirigirse a preparar sus maletas.

Esa misma noche, hubo una lluvia muy ligera, las gotas se resbalaban entre las grandes hojas de aquel árbol conduciéndolas cerca del cuadro, las gotas eran únicas pues al chocar en el césped este se iluminaba, pero, eso no era todo lo extraño que hacía, sino, que a cuatro animales los convirtió en espíritus semi-humanos y sobre todo, hicieron realidad el deseo del joven artista, pues las gotas que cayeron en el cuadro hicieron que este emanara una luz y de esta salga un bebé, bebé el cual al ser oído por los espíritus fue criado por ellos, bajo el nombre de "Siage".

Esta cría de un árbol y de una rara pero mágica lluvia, fue reconocida por los animales que ahora eran espíritus, estos no tenían mucha idea de como se criaba a un bebé, así que, lo educaron a su manera, una manera distinta pero muy humana gracias a la mentalidad, personalidad y forma de comportarse que les otorgo aquella lluvia. Y así fue, los espíritus criaron al muchacho hasta el regreso de aquel artista.

Al principio fue desesperante, pero según crecía se les hacía más fácil el poderlo criarlo, cada uno dándole buenas cosas que le serviría en un futuro. Siage, tomó la costumbre de su creador, hablar con el árbol, pero este, si podía escuchar las respuestas del magnífico árbol, y esta obra de la naturaleza, le contaba cosas sobre el artista, a veces los libros que el traía y leía en voz alta, o su afán por dibujar todo "perfectamente".

Con el paso del tiempo, Siage no solo adoraba a los espíritus y amaba a aquel árbol, sino, que había desarrollado un amor demasiado grande por aquella persona que aún no conocía. Tenía el deseo de conocerlo, aún si este estuviese viejo y ya no lo reconociese; darle un gran abrazo y darle las gracias por haberlo creado, así que, en las noches se subía a unos arboles y rezaba para que su creador volviese, y así fue cada día hasta cumplir sus veinte años. Al ya haberlos cumplido, pidió permiso a los espíritus y a el árbol de ir en busca de él, estos aceptaron y, desde ese momento, empezó la aventura de este joven árbol.

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