Capítulo 1

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En las diversas culturas del mundo es bien recibida la existencia de un ser superior, lleno de omnipotencia, de poder, un ser supremo, en otras culturas la idea de un solo Dios que gobierna por sobre todo lo existente es exagerado, consideran que es necesario más de un solo Dios para regir el mundo.

Lo cierto es que, en un lugar, algo así como un paraíso que se encuentra entre el cielo inalcanzable y la tierra, existe un mundo que para los humanos es inimaginable, un mundo donde habitan seres similares a los mortales, pero con poder y virtud inigualable, ese lugar es el hogar de los Dioses.

Los Dioses –a diferencia de lo que se puede llegar a creer- no se la pasan en un confortable sillón esperando por ángeles que llegaran volando a toda prisa para colocarles uvas en los labios, sostener una copa de vino a su costado mientras unos más les realizan una extenuante manicura, la realidad no podría estar más alejada.

Trabajo.

Eso es lo que nadie cree que podrían tener los dioses, Un trabajo.

Ser Dios no era fácil.

Había en esta tierra sagrada 7 Dioses que se encontraban por encima de los demás, estos siete Dioses eran conocidos por todo el mundo como los más grandes, aclamados y los que mantenían en constante equilibrio al mundo.

–Naruto-sama –irrumpió en el gran salón un hombre con traje blanco–

–Ahora que quieres, Arata

–Disculpe la molestia señor, pero debemos marcharnos en 20 minutos o no podremos llegar a tiempo, señor –miro temeroso al rubio–

–¿EH?, ¿Llegar a dónde? –Pregunto poniéndose de pie-

–Esta tarde se celebrara la reunión anual de los siete Dioses superiores –observo a Naruto que tenía cara de no saber nada y continuo–, la invitación llego hace 3 meses, se la he dejado en su habitación y me envió a confirmar su asistencia.

–¿Eso paso? –Se rasco la mejilla y se sentó de nuevo–, ¡Dai!

–Aquí estoy señor –dijo saliendo de la cocina–

–Dile a Hajime que prepare un maleta para un viaje de dos días, nos vamos en quice minutos –se lo pensó un poco y sonrió– y prepara unos bocadillos para el camino

–Enseguida señor.

Naruto hizo un seña con su mano a Arata para que se retirara, se rasco la cabeza y se recostó sobre su mismo lugar, estaba cansado, lo último que quería era ir a esa estúpida reunión, lo único que hacían allí era jactarse de lo mucho que habían sido implorados en ese año, no había nada peor que eso, el solo quería seguir en su castillo cumpliendo con su trabajo como Dios, él no quería otra cosa.

¿Por qué no solo se enviaban unos a otros los reportes de las jodidas suplicas recibidas y ya?, ¡Ah, ya lo recordaba?, porque al líder de los siete se le antojaba hacer esa absurda reunión solo como pretexto para recibir regalos por su cumpleaños.

Ahora que lo recordaba, no había preparado nada de regalo para el líder, no tenía mucho tiempo, debía largarse en poco tiempo, ¿Qué sería bueno?, se lo pensó varias veces, ¡una gran barbacoa!, era una gran idea, pero eso tomaba tiempo y el ya no lo tenía, haría que Arata lo llevara en un carruaje más tarde, después de todo la fiesta seria alrededor de la media noche, sonrió por su gran idea, tomo la maleta que Dai le dejo a un lado y subió al carruaje que lo llevaría a su destino. La cumbre se siete estrellas.

–Kin~, ¿Ya llegamos? –pregunto por vigésima vez en los últimos 30 minutos el rubio–

–Aun no señor, nos tomara un par de horas mas –respondió con suma paciencia el hombre–

El Pecado De La PurezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora