Como dije antes, esto no es mío, es de mi mejor amiga
(Desde aquí le mando lof ❤❤) que me pidió publicar sus dos relatos.
"¿Quién eres tú?"
Las palabras aún le dolían al corazón de Alec y le resonaban en los oídos como los susurros del viento que reverberaban.
Le había llevado dos días enteros procesar el hecho de que el capullo de su peor pesadilla se había convertido en una flor de realidad terriblemente bella.
Asmodeus le había quitado hasta el último recuerdo que Magnus había tenido de Alec.
Y lo puso furioso.
Estaba furioso con el mundo por castigar a un alma tan hermosa como Magnus Bane, que había sacrificado su felicidad y la única cosa buena que había sucedido en su vida por el bien mayor, para proteger a los que amaba y cuidaba.
Y aparentemente, algún espíritu físicamente inexistente parecía empeñado en colocar obstáculos del tamaño de los hermanos menores del Monte Everest en su camino ya rocoso. Honestamente, ¿el mundo alguna vez los dejaría en paz? Pero, entonces, 'paz' siempre había sido solo una palabra para describir el alivio temporal de su vida de cazador de sombras, que nunca le dio la oportunidad de experimentar el indulto puro e incontaminado del drama sin sentido que crearon los mundanos. El mismo drama que su raza estaba destinada a resolver.
Pero lo que más dolió fue que Magnus recordó a todos menos a él.
Ahora, fue casi una semana desde que la revelación se dio a conocer.
Al ver que permanecer dentro del Instituto solo lo hacía sentir como un animal enjaulado, decidió dar un tranquilo paseo por Central Park para aclarar su mente. Abrió la puerta de su oficina y caminó por los largos corredores del Instituto. Sin embargo, antes de que pudiera llegar a la entrada principal, una forma familiar que venía hacia él se congeló y lo enredó en su lugar.
Magnus parecía bastante aturdido al ver a Alec también, pero rápidamente se compuso. "Hola, Alec", dijo en tono neutro.
El Cazador de sombras pensó que escuchó el sonido fuerte pero distante del vidrio rompiéndose. Alec era algo que todos lo llamaban porque odiaba que lo llamaran por su nombre completo. Entonces Magnus había aparecido y había transformado a 'Alexander' en el arpa más melodiosa que jamás haya escuchado. Y le encantaba porque sonaba como música inaudible cuando cada sílaba fluía de los labios de Magnus.
"Hola", le devolvió el saludo, una mano invisible se atragantó con su garganta y no pudo decir nada más.
"Debería irme. Isabelle dijo que tenía algunos Intel importantes para mí. "La víctima con la que habló no parecía encajar con él.
Alec solo asintió en respuesta.
Un pequeño parpadeo de sombra bailó en los ojos del brujo por un momento antes de desvanecerse. Alec reconoció esa mirada. Era la misma mirada que Magnus le había estado dando cada vez que se veían desde su regreso, como si Alec fuera un recuerdo familiar que no podía recordar.
Dos grandes lágrimas rodaban inevitablemente por las mejillas de Alec cuando Magnus desapareció a la vuelta de la esquina.
Él nunca llegó a Central Park ese día.
