Parte 1

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—Señorita Kim, ¿puedo pedirle que se quede después de clase por unos minutos? Me gustaría hablar de su ensayo.

Reizel se detuvo en la puerta, con la espalda rígida. Había estado esperando esas palabras. De hecho, ella se había quedado deliberadamente, asegurándose de ser la última persona en abandonar la sala por esa razón. Se volvió hacia el profesor Bang con una máscara cuidadosamente inexpresiva en su rostro, pero no pudo impedir que su voz sonara tan aguda como una perforadora.

—Por supuesto, profesor. ¿De qué le gustaría hablar?

El profesor la observó por encima de la parte superior de sus medias gafas y miró hacia la puerta solicitando silenciosamente que la cerrara. Reizel respiró hondo, cerró la pesada puerta de madera, por añadidura, deslizó el perno de cierre para bloquearla. Había estado esperando esto, pero ahora que estaba ahí, el nerviosismo vibraba en su estómago. Había escrito su ensayo final sobre el tema "El papel de la sexualidad femenina en la literatura tradicional de los cuentos de hadas". El profesor Bang, un misógino conocido, probablemente iba a suspenderla.

—Por favor, señorita Kim, tome asiento. —Con su lánguido acento, el profesor Bang no admitía discusión. Indicó la silla frente a él, pero Reizel negó con la cabeza.

—No, gracias. Creo que voy a permanecer de pie.

Él se quitó las gafas y las dejó sobre el amplio escritorio de madera. De pie tan cerca, era imposible ignorar el color de sus ojos, de un apagado e inusual tono verde grisáceo. Reizel también podía oler su perfume, algo picante, masculino e imposible de ignorar. Ella le devolvió la mirada con valentía, midiéndolo, como tantas veces él lo había hecho con ella.

El profesor rompió el silencio antes que su alumna.

—Esto sólo tomará el tiempo que usted desee.

Su voz era como la miel. Ella luchó con el temblor que amenazaba erizar su espalda y el pico de sus pezones contra la fina tela de su suéter. Perdió la batalla, pero la derrota era algo a lo que se había acostumbrado en los últimos nueve meses de estar en el aula del profesor Bang.

—Me gustaría hablar de su premisa en relación con el simbolismo y el poder femenino.

—Estaba segura de que lo haría —soltó las palabras y obtuvo una ceja levantada, esta vez acompañada por una de sus sonrisas satisfechas, que ella tanto odiaba.

—Parece estar muy segura acerca de muchas cosas, señorita Kim.

Se acomodó hacia atrás contra el respaldo de su silla, con el tobillo derecho apoyado sobre la rodilla opuesta y sus manos bajo la barbilla. Sus ojos nunca dejaron de observarla, y ella sintió el peso de su mirada en cada parte de su ser, sus pezones vibraron y esa sensación llegó a la confluencia de sus muslos. Reizel mantuvo la cabeza erguida y las rodillas bloqueadas, a pesar de que sus piernas parecían querer derrumbarse bajo sus pies o directamente en las rodillas de él, que era donde francamente quería estar. Maldijo su debilidad. Ella no era Cenicienta ni la Bella Durmiente para arrojarse a los pies del primer hombre fuerte que chasqueara con los dedos.

—Dígame una cosa ¿Ha escrito este ensayo porque cree en él, o lo ha escrito porque quería molestarme?

DESPUES DE CLASES (Bang Young Guk)Where stories live. Discover now