#4: Incómodo...

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- ¡Ja!- se jactó Hidan apenas el chico se levantó, pidiendo disculpas y levantándose para ayudarme a mí. Yo estaba con los ojos cerrados fuertemente, negándome a abrirlos a menos que se vistiera primero-. ¡Kakuzu, has perdido!

Me di la vuelta para quedar de espaldas al ladrón de besos, mirando fijamente a Hidan.

- Mierda...- Kakuzu se estampó una mano en la cara, tendiéndole un billete a Hidan, quien se puso a restregarle en la cara a su compañero que había perdido.

- ¿Perdido el qué?- alzó la cabeza Sasori de sus marionetas.

- Le aposté que esos dos se iban a besar en cuanto se vieran...- el Jashinista pervertido hizo una pose triunfal como si hubiese predicho la paz mundial-. ¡Y he ganado!

- Tú... Maldito pervertido...- masculló entre dientes el que estaba a mi espalda, avanzando delante de mí y dándome una perfecta vista de sus posaderas. De inmediato volví a cerrar los ojos.

- ¡Pero vístete, hombre!- me quejé, poniendo mis manos sobre mis ojos aún cerrados en un gesto de completa vergüenza. 

- Cuando vuelva te vas a enterar- lo oí amenazar a Hidan antes de sentir que pasaba al lado mío, susurrándome un "Perdona". 

Me destapé los ojos y fulminé a Hidan con la mirada.

- ¿¡Pero tú estás tarado o qué!?- le grité, indignada-. ¡Como me dé a mí por apostar ya puedes ir preparándote! 

- Depende de qué apuestes...- hizo un meneo ondeante con las cejas, provocando que una venita en mi frente se hinchara y que me diera un tic en el ojo derecho. 

- Duerme con un ojo abierto, Hidan... Porque te voy a arrancar la cabeza y después la voy a clavar en un árbol para que no la cojas nunca.

- Oye, sin agresividad- suplicó Sasori, rodando los ojos y luego poniendo tono de voz de psicólogo-. No dejes que esa energía negativa controle tu vida.

- Habló- resoplé-. Sigue tú con tus muñequitos que yo me ocuparé del pervertido, ¿vale?

- Akemi-Chan ha llamado "muñequitos" a las marionetas de Sasori-Sempai...- Tobi se escondió detrás de Madara, provocando que al mayor de los Uchiha le diera un tic en el ojo por la actitud tan infantil de su familiar.

- Esta niña no entiende lo que es el arte...- masculló Sasori en toda respuesta-. No merece la pena enfadarse con ella.

- Perdona, majo, pero resulta que sí sé lo que es el arte- reté, provocando que Sasori volviera a mirarme mal.

- Entonces, dilo.

- El arte es belleza transitoria que dura por un simple momento antes de desaparecer. ¿Por qué te crees que los fuegos artificiales son tan bellos?- le saqué la lengua.

- Se acabó- tajó el ya furioso pelirrojo, agarrándome de los pelos y arrastrándome por todo el pasillo, haciendo oídos sordos a mis gritos. Abrió una puerta y me arrojó dentro de la habitación-. Deidara, ¿acaso esta enana es tu hermana perdida o algo?

- No tengo hermanos, uhn- respondió con sencillez... un chico que parecía mi reflejo masculino. Me quedé paralizada apenas me puse en pie y lo vi bien: cabello rubio y brillante hasta la baja espalda, ojos azules brillantes, el ojo izquierdo tapado por un flequillo... Lo único diferente era que él llevaba una media coleta alta y yo llevaba todo el pelo suelto, y que éramos de diferente sexo, claro está. 

- Pues explícame cómo esta chica ha dicho exactamente lo mismo que me dices tú siempre del arte. ¡Exactamente lo mismo!

- ¿De verdad?- se alegró el rubio llamado Deidara, mirándome con una sonrisa de oreja a oreja-. ¿Puedes repetir lo que le dijiste a Danna?

Tan puro como el oro (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora