Los Guerreros de Nocte Illa

Capítulo I - Larga vida al rey

Espadas chocando, chispas volando, el acero de estos dos guerreros da inicio a una batalla irreal. Una dama de negro y un caballero se baten en una habitación con poca luz, armaduras a su alrededor y un silencio que solo era interrumpido por el sonido de sus hojas chocando. La habilidad con la espada de ambos era tan fuera de este mundo, que el filo de sus espadas estaba al rojo vivo. Golpe tras golpe las chispas volaban, pero ni uno lograba acertar ni un golpe, ni un tajo, ni un ligero roce con el otro. Tanto así, que después de un fuerte impacto, ambos fueron impulsados hacia ambos lados de la habitación.

-No dejare que mi reino, caiga en las manos de alguien como tú- dijo el caballero dejando caer su capa purpura desde sus hombros.

-Personas tan insolentes como tú, no pueden vivir en este planeta- dijo la dama de negro.

Ambos se miraron fijamente y comenzaron a correr en dirección uno del otro impactando nuevamente sus espadas, pero en esta ocasión, debido a la intensa batalla, la espada del caballero cedió y termino rompiéndose, haciendo que la punta de la hoja, fuera despedida en dirección del caballero rasgándolo en su costado derecho. Debido a la adrenalina de la batalla, este no se percató de aquella herida.

-Ahora entiendes la superioridad de una guerrera como yo- dijo ella –Desde que llegaron a este planeta, no han hecho más que molestar con sus pueblerinos tontos. No a todos nos gustan los visitantes... y mucho menos... que se queden a vivir para siempre- Nuevamente lo ataco con su espada, pero este lo evadió dando un paso atrás hacia la pared más cercana que tenía.

-Tú nunca podrás vencer a mi gente- dijo mientras su sangre corría por su pierna y de su costado izquierdo, desenfundo una pequeña daga.

-Con el simple hecho de derrotarte a ti, tu imperio... caerá derrotado- dijo la mujer. En ese momento, gracias a la poca luz que ilumino el rostro del caballero, pudimos observar que este, era el rey Edward. –Tú y tu gente son los únicos que pueden detener mis intenciones de conquistar todo Nocte Illa, pero ahora, no sabrán ni que los golpeo-

-Mis guerreros son más fuertes de lo que piensas- dijo el rey atacando con su daga, pero esta lo evade y con su espada, corta su mano derecha haciendo que este perdiera mucha sangre. Con un grito fuerte, este cae en el suelo y comienza a arrastrase en dirección hacia la pared que tenía detrás de él.

-Eso no importa ahora- dijo la mujer con una sonrisa en su rostro. Camino en dirección del rey y tomando su espada con ambas manos, la levanto sobre sus hombros y mirándolo fijamente dijo: –Larga vida al rey- tomo un leve impulso y penetro el pecho del rey justamente en su corazón. Tras el impacto, este nuevamente escupió sangre y tomo la hoja de la espada con su mano.

-Tú... nunca vencerás... - dijo mientras su cuerpo perdía las pocas energías que le quedaban.

-hum... Yo... ya gane...- le susurro la mujer al oído mientras cerraba los ojos y luego tras una risa malvada, desenterró su espada para desaparecer del lugar tras una estela de humo negro y dejando el cuerpo del rey Edward solo y desangrándose en la habitación.

Poco tiempo después de que la mujer desapareciera, guardias del castillo entraron a la habitación, y observaron como el rey yacía muerto cerca de una de las paredes.

La muerte del rey Edward creo un gran impacto en todo el reino. Tras haber encontrado el cuerpo del rey, la reina Kirei realizo un funeral que duraría tres días y culminaría con una ceremonia en su nombre, invitando a todos los ciudadanos de su reino, incluyendo también, a algunos de los Regem de los otros reinos de Nocte Illa. A lado del reino se encuentran una serie de montañas llamadas Tribus, entre las cuales, ambos reyes habían preparado un tiempo para cuando ellos fallecieran. Este estaba construido totalmente de cuarzo labrado con algunos detalles de color dorado y una alfombra purpura con relieves dorados que recorría un largo pasillo rodeado de pilares con flamas que iluminaban el lugar y al final, se podían observar un féretro al final del pasillo.