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Decir que el clima en la ciudad de Seúl era soleado y que su cielo estaba completamente despejado, sería una completa mentira. Porque en realidad, el clima estaba como el humor del lindo joven Park JiMin, hecho una mierda.

El cielo estaba adornado de distintos tonos grisáceos y las nubes se hacían presentes por toda la extensión de este sin dejar ni un sólo espacio para que el sol hiciese acto de presencia dando por lo menos un poquito de luz. Los fuertes vientos azotaban a todo aquel que caminase por las frías calles, los árboles se movían bruscamente junto con el viento y no habían casi personas caminando por las calles —también porque era un martes y la mayoría de las personas estaban trabajando o en las instituciones educativas—

Casi que todo se encontraba en silencio, pocos ruidos se escuchaban y los automóviles —gracias al cielo— no emitían esos ruidosos sonidos que producía el claxon. Parecía como si el día estuviese deprimido, o también, que no expresara emoción alguna, completamente neutral.

Y bueno el "casi" es debido a que cierta persona se encontraba justo en frente de la puerta de su apartamento con una mascarilla, golpeándola sin cesar y gritando muy, MUY, fuerte.

Los vecinos posiblemente le odien después.

—¡PARK JIMIN ABRE LA PUERTA EN ESTE MISMO INSTANTE, MIRA QUE VINE CON LA MASCARILLA PUESTA Y LA SEÑORA DE LA ESQUINA ME MIRÓ CON CARA DE FUCHI!

Posiblemente si hubiese sido otro momento o la situación en la que se encontrase fuera diferente, él se reiría y dejaría entrar al pobre de Jin para luego recibir todas sus quejas —lo cuál le causaría muchísima más gracia—, pero no era un buen momento y la situación en la que se encontraba no era la mejor de todas, así que era un rotundo no.
El sonido de la puerta y los gritos de su amigo casi madre continuaron durante un rato bastante largo y para evitar sentirse culpable tapó sus oídos con la almohada y minimizó el sonido exterior.

Que sus amigos se preocuparan por él en este mismo instante era lo menos que el quería.

Y es que sabía muy bien que era un completo idiota y que sus amigos tenían la razón suficiente como para preocuparse con él desde la última vez que cayó en depresión. Recuerda muy bien que ese día se sentía tan inútil, insuficiente, una molestia para todo el mundo, que no debería existir. Recuersa cuando tomó el envase lleno de pastillas para dormir y terminó dejándolo completamente vacío.

Recuerda muy bien los llantos de su hermana junto con los gritos y golpeteos en la puerta rogándole que abriese la puerta mientras él se sumergía en la bañera, cayendo en un profundo sueño del que, según él, no despertaría nunca.

Pero, para su suerte, terminó despertando en la camilla de un hospital, vestido con las ropas de este y con dos chicas con los ojos completamente llorosos.

Ese día le prometió a su hermana no volver a intentar algo como eso otra vez, pero ambos sabían que esa promesa no iba a prevalecer por mucho tiempo.

No se dió cuenta cuando los golpes y los gritos pararon y el lugar se envolvió en un completo silencio, que tampoco duró mucho ya que unos nuevos golpes se escucharon, pero estos eran más delicados, eran más como unos pequeño roces.

JiMin inmediatamente se puso alerta, su hermana no podía ser porque ya le había insistido bastante rato que le abriera —aproximadamente dos horas— y además, debía de estar con su actual novia ya que iban a salir. Tal vez... ¿Young HiSun? No, aunque ella estaba bastante preocupada por él, también tenía asuntos pendientes con algunos de sus conocidos.

Entonces ¿quién?

Los pequeños golpes continuaron pero JiMin decidió ignorarlos como lo hizo con Jin, no iba a hablar con nadie hasta que todas sus emociones volvieran a la normalidad y que ya no quisiera llorar cada vez que alguien le mirase o hablase.

sʜᴏᴘᴘɪɴɢ;;ɪɴsᴛᴀɢʀᴀᴍ↠ʏ.ᴍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora