Capítulo 2

43 6 8
                                    

Alyssa no despertó sino hasta las cinco y media de la mañana del día siguiente. Tan pronto como se talló los ojos, se levantó y se dirigió a la habitación de sus padres. Cuando entró, vio que ellos estaban sentados al borde de la cama, platicando y preparándose para iniciar el día. Era, como habitualmente en Wexford, otra mañana nublada.

—Buenos días, madre; buenos días, padre. —Se acurrucó en el regazo de su madre, a quien retuvo un momento antes de levantarse.

—Buenos días, dormilona. ¿Cómo te sentiste en tu primera noche aquí?

—Bien. La ventana de mi nueva habitación es muy grande y me gusta dejarla abierta para dormir. El aroma a pino y los sonidos de la llovizna me arrullan, y si me asomo puedo ver un lago y una casa a lo lejos, tal vez de algún vecino. ¿Crees que pueda hacerme amiga de ellos, padre?

—Desde luego, hija; me alegra que estés a gusto. —Repuso Rowan aliviado pues sabía que una mudanza podía generar ofuscación en una niña de seis años. —Ciara, me bañaré, y aprovechando que Alyssa ha despertado temprano podemos desayunar los tres juntos, ¿estás de acuerdo, querida?

—Claro, cariño. Iré a preparar el desayuno.

Y así lo hicieron. Se sentaron juntos los tres a la mesa. La conversación giró en torno a las mermeladas que Ciara comenzaría a hacer ese mismo día y Alyssa se mostró muy emocionada de poder acompañar a su madre a recoger moras de los arbustos, pues lo consideraba como una aventura. Cuando hubieron terminado, Rowan se dispuso a marcharse al trabajo, dando un beso de despedida a Ciara y a Alyssa.

Al mediodía, madre e hija salieron al bosque, llevando consigo dos canastas de mimbre para poder colocar allí las moras que consiguieran. Mientras Ciara recogía la mayor cantidad de bayas que podía, Alyssa recogía otras cuantas más y brincaba sobre los charcos de agua y fango con sus botas de caucho, ensuciándose un poco la piel del cuello y la cara.

Conforme siguieron deambulando, fueron acercándose al lago que habían visto Rowan y Ciara la tarde anterior

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Conforme siguieron deambulando, fueron acercándose al lago que habían visto Rowan y Ciara la tarde anterior.

—¡Madre, este es el lago que se ve por mi ventana! —Dijo Alyssa emocionada. —He visto que, del otro lado, siguiendo este sendero, hay una casa de madera con faroles afuera que siempre están encendidos. ¿Podemos ir a visitar a las personas que viven allí?

—No creo que sea buena idea, cariño; será mejor que no te acerques allí. —Dijo Ciara, cambiando el tema de conversación, pues quería evitar que Alyssa insistiera en adentrarse en tan tétrico escenario. —¿Por qué no me ayudas con estas bayas de aquí? Mira, parecen muy rojas y dulces. Apuesto a que serán deliciosas.

 Apuesto a que serán deliciosas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
TotemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora