Estar Contigo [Gay] [M-PREG]

Capítulo 2: Eternidad

Eiden

No puedo con esto, es demasiado para mí, sé que lo mejor es alejarme, pero es imposible, mi cuerpo no reacciona, se podría decir que apenas y mi cerebro está trabajando. En este momento solo puedo sentir cada parte de su cuerpo; puedo escuchar su corazón bombear sangre a cada una de sus arterias y venas; sus poros cerrándose por nuestra cercanía; como su pecho sube y baja al compás de su respiración, si no fuera porque nuestro cerebro nos hace ver un todo también podría observar cada una de sus partículas ser explotadas por tal colisión.

—S-siendo así—pongo las palmas de mis manos en el pecho del Alfa disfrutando al máximo su calor para luego a duras penas separar su cuerpo del mío—es mejor que te vistas y bajemos para conversar más... libres.

No tiene sentido alguno lo que acaba de salir de mi boca, pero realmente no tengo tiempo para formular buenos argumentos.

—Es algo serio, mucho, y me gustaría que nadie más nos vea o escuche—bendita sea los genes de la jerarquía de los Alfas.

—Bueno, pues habla.

Me alejo lo que más puedo de Jayden pegando mi espalda a la muralla paralela en la cual él se apoya, puedo ver una media sonrisa asomarse por sus labios, el muy malnacido se burla de mi situación.

—Es una historia muy larga que no hay que tomar a la ligera—sus ojos vuelven a conectar con los míos—Es algo realmente serio, muy importante para... nosotros—la seriedad vuelve a teñir su rostro.

El mundo entero puede describir al Alfa un hombre sin expresiones, excepto yo, cuando estamos juntos siempre tiene una sonrisa, aunque sea pequeña, es por eso que la situación me está causando escalofríos, por mi cabeza pasan todos los escenarios posibles en donde haya hecho algo incorrecto, pero realmente ni siquiera he solicitado un permiso para cruzar fronteras. Esto es serio.

—Habla—me acerco a su cama para sentarme en ella—no me dejes con dudas, habla rápido—suspira y se acerca.

—¿Conoces la historia de las almas gemelas? —asiento observando cómo se acerca sentándose frente a mí en cuclillas—Esa persona la cual se está conectado, generando ese sentimiento inimaginable entre ambas personas, sin importar la raza, distancia o sexo, estas están destinadas a estar juntas, sin importar nada ni nadie—su mano derecha acaricia mi mejilla con una delicadeza extrema, apenas y rosa sus dedos.

—La Diosa Luna, los conecta para toda la eternidad—historia conocida por todos y contada desde los dos años por él—¿Ah que viene esto? —su cercanía me enloquece y solo quiero salir corriendo-

—Mi niño hermoso...—sus ojos brillan—todos anhelamos a nuestro compañero, me incluyo ya que solo quería encontrar a esa persona para reinar juntos.

—Eso quiere decir que ya encontraste a tu...—no quiero decirlo, mi garganta arde sin querer dejar salir las palabras.

—Hace años—¿años? — estaba en el bosque cuando sentí una presión en mi pecho, sentí cada uno de mis músculos contraerse, mi corazón acelerarse al igual que mi respiración sin contar lo desorientado que me sentí. Un olor llegó a mis fosas nasales y no dude en seguirlo, estaba fuera de sí, mi lobo moría y se retorcía mientras yo buscaba la causa de mi desespero—cierra sus ojos mostrando todos sus dientes en esa sonrisa—un bebé blanquecino de hermosos ojos, un hijo de luna, esa indefensa criatura era mi mitad, mi luna. Juré cuidarlo, amarlo, respetarlo y criarlo...

—¿A qué viene esto? —lo corté.

Me lastima el hecho de que el hombre el cual aparece en mis fantasías más íntimas, con él cual me veía proyectado desde pequeño por la cercanía me diga que su pareja la cual recé que nunca apareciera ya lo había hecho y nunca me enteré.

—Cariño... esa casa, ese terreno le pertenecía a tu padre—sus manos sostienen mi rostro mientras unas lágrimas silenciosas caen por su rostro.

¿Tengo un hermano?

—Ese bebé hermoso eres tú, al que prometí amar hasta el último de mis días, al que juré cuidar sin importar dar mi vida eres tú.

Eres tú...

Soy yo...

Lo miro sin mover ni una partícula de mi cuerpo, mirando fijamente sus ojos, esos ojos oscuros, pero brillantes.

Esto tiene que ser una broma, pero no quiero que lo sea, mientras una parte de mi no lo cree ni procesa completamente la otra ya está gritando de felicidad, euforia y gozo. El hombre inalcanzable de mis sueños resulta ser mi... mi compañero.

—¿Qué estás diciendo? —mientras por dentro estoy muriendo por fuera debo dar miedo, parezco muerto.

—Siento si fui muy directo, pero amor, te vi crecer, te cuide y... ya no doy más sin tenerte a mi lado, sin poder decirte lo mucho que te amo—las lagrimas no se detienen y estoy sintiendo las mías.

—Alfa...

—Shh...—calla mis palabras poniendo sus dedos en mis labios para luego acariciarlos como si fueran la cosa más valiosa del mundo—solo para ti, soy Jayden, quiero ver salir mi nombre de esos labios—junta su frente con la mía—solo tú.

—¿Cuándo pensabas contármelo? Ni siquiera puedo creerlo completamente, esto es una joda—trato de alejarlo sin resultado—No puedes hacerme esto, no puedes jugar así—no aguanto el sollozo salir de mí.

—Mi vida, mi luna, por lo que más quieras no llores, no me alejes nunca, por favor—me abraza para ambos dejarnos llevar por el llanto.

Nunca antes lo había visto así, nunca antes me había sentido así, que lo que tanto deseas se vuelva realidad, estás tan acostumbrado a verlo como una realidad fantástica tan lejana que, aunque anheles sabes que no obtendrás que es impensable.

—Estaba esperando que estuvieras listo y que yo también lo esté. No era sencillo decirlo, por favor entiéndeme.

No formulo respuesta alguna, solo creo en él y me dejo llevar, lo alejo solo un poco para juntar sus labios con los míos, lo sorprendí y yo también lo hice de mí.

Lo estaba besando, sus labios bailaban un vals lento con los míos, guiados por el latir frenético de nuestro corazón. Porque desde ahora somos uno, juntos por la eternidad de la luna.

Juntos.

Voy a llorar, es increíble que hasta yo me emociono tanto escribiendo estas cosas que mis dedos no alcanzan la velocidad de mi imaginación.

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