A mí, el recuerdo me dice que sucedió, que la farola se desplomó, al menos un tanto, tras recibir el impacto de las revistas esotéricas prestadas a mi madre por Juanita, mi abuela por parte de padre. Las lanzó mi padre mismo, desde el coche y habiendo bajado primero la ventanilla a manivela del Ford Taunus gris de techo negro. Llevaba un rato contándole a mi madre de la bruja de la suya cuando enarbolando cual inquisitorio cruzado el grito de _brujería se desembarazó de las fatídicas, para la farola lo fueron, revistas de esoterismo. Ya íbamos de regreso a Versalles, al barrio, al poblado de Francisco Franco, allí vivíamos de alquiler en el mismo edificio de cuatro plantas que mi otra abuela, la madre de mi madre, cuando cayó la farola a nuestro paso por la calle de Fernando Morán, ya casi donde el portal, a unos cincuenta o sesenta metros de donde vive ahora y entonces creo que también, mi tía Guillermina, la hermana mayor de mi madre.
El primer coche que tuvo mi padre fue un seat 850 blanco, lo estrelló cerca de casa, en el Carbayedo con mi hermano a bordo, un choque de ciudad. Creo que fue al final de Jiménez Diaz, así me lo imagino yo por lo que me hubieron contado, una vez pasado el portal donde vivía una chica que fue mi novia unos años, dos, y junto al anuncio de Grecorsa, una enorme llave con luces de neón, verdes, moradas y rojas que se veía fenomenal desde las ventanas de ese piso del Carbayedo, donde vivían mis padres y mi hermano, sin mí que estaba al cargo de mis abuelos, los de Francisco Franco. Sé que primero hemos estado domiciliados, de alquiler, en los pisos nuevos, al lado de la tienda de muebles, pero yo de esa época no guardo recuerdo alguno. Los pisos nuevos están a un lado del poblado, que de manera oficial lleva el nombre de La Texera, pero los mayores lo siguen llamando igual que al señor aquel que gobernó España y favoreció todo ese crecimiento urbanístico de extrarradio, porque cuando llegaron, sobre 1958 y lo sé porque mi madre nació en esa casa, aún vivía el susodicho, y aún lo haría unos cuantos años más. Decía que los pisos nuevos forman parte también del barrio de Versalles, pero desde hace cuarenta o más años que a la zona se la conoce como los pisos nuevos.
Puede ser situado mi recuerdo más longevo en el enorme servicio del Carbayedo, el doble de grande que la cocina, en ese gran baño hay en el centro una bacenilla blanca, y luego yo, solo con el utensilio, en cuclillas, se supone que cagando. Es importante esto pues uno de los propósitos para darle forma escrita a lo que ha sido mi vida, el único de momento pues en la literatura, las cosas se suelen ir encontrando por el camino, es dar con la causa o el origen de mi mala suerte. Porque tengo mala suerte, mucha. Pero yo soy de la opinión de que aunque mi más temprana imagen grabada en la memoria sea la de un pequeñuelo, y ese pequeñuelo sea yo, y yo que estoy cagando, la inocencia infantil me libera de esa terrible condena, con la que me he visto obligado a malvivir durante el completo de mi existencia.
El impuesto modelo de hogar familiar feliz ha sido condicionado como casi todo por la sociedad industrial, el contrapunto al barrio obrero lo encontramos en los conjuntos de chalets adosados que bajo la forma de urbanizaciones pueblan en enorme número los rincones de la geografía de este país. La gran masa social de obreros y operarios se ha encaminado por la orilla de esta senda que se desplaza desde el extrarradio a las afueras, y que es representativa del triunfo vital del ser humano. Pretendo con este apunte clarificar un poco el carácter de muchos, pero ante todo el de mi familia y sus familias por entero. Es este un carácter de un comportamiento afín al de un sistema de producción liberal, y como tal, se encuentra supeditado a un eterno y constante movimiento que nunca se completa, por lo que la felicidad, la vida, siempre está un paso o unos cuantos por delante, y a cuenta de esto será en el mañana cuando seremos felices, claro que el problema no es exclusivo de esta clase obrera y operaria sino que es aplicable al monto total de la sociedad, también para quienes ocupan las viviendas del centro de la ciudad y luego lo harán con las grandes casas de enorme jardín que salpican en solitaria cercanía a las urbanizaciones de chalets adosados, aquellos que dicense profesionales liberales y empresarios. Por el momento vamos a dejar aparte al sector público aunque podríamos extenderlo a la par del privado, como un igual que lo completa en la misma dirección de abajo a arriba o de arriba a abajo, según nos posicionemos en base a nuestro capital,a nuestro poder adquisitivo.
Conviene para hacerse una idea más precisa de las características del lugar y los pasos que se habrán de dar por esos seres a quien les es correspondido el cuidado y la responsabilidad de mi persona, conocer el hecho de que soy yo el fruto de lo que se viene a considerar como un penaltie. Es mi padre el mayor de siete hermanos y mi madre la pequeña de cuatro, de iguales familias de campesinos emigrados a las ciudades de grandes factorías de masiva producción. Eran de la edad de dieciséis y dieciocho años cuando se les apareció el niño yo.
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MI PADRE MI ENEMIGO
NonfiksiLas memorias autobiográficas de Borja Wallace Parra-Álvarez. Un espíritu libre obligado a habitar Infiernos.