Deslicé mis manos por su espalda hasta llegar al borde de su camiseta para luego tirar de esta hacia arriba y quitársela. Él no dejaba de toquetearme los pechos por encima del sujetador. Era asquerosa la forma en la que lo hacía, lo hacía de una manera tan bruta que empezaban a dolerme los pechos. Agradecí cuando deslizó las manos hacia mi trasero cubierto por mis pantalones, así al fin le daba un descanso a mis chicas. Fue dejando varios besos por mi cuello mientras intentaba desabrochar mi sujetador. Coloqué ambas manos en su pecho y las deslicé hacia abajo, hasta tocar su cinturón y desabrochar este. Me separé de él y él gruñó, deslizando las manos hasta mi cintura.
-¿Qué pasa muñeca?-preguntó mientras una sonrisa pícara se asomaba por la comisura de sus labios.
Me levanté de encima de él y recibí otro gruñido de su parte. Se pasó una mano por su blanca cabellera y me miró de arriba a bajo.
-Voy a tomar precauciones, no querrás llevarte una sorpresa dentro de nueve meses.-respondí, caminando hacia el sofá donde se encontraba mi bolso. Sentía su mirada puesta en mi.
Rebusqué en mi bolso el objeto que acabaría con todo aquello, al menos para él. Me aseguré de que estuviese cargada y me di la vuelta, con el arma en mano apuntando directamente a la cabeza del hombre, nunca fallaba. La sonrisa pícara que tenía unos minutos atrás se desvaneció, ahora su cara era una mezcla entre miedo y sorpresa.
-Tu mujer te manda recuerdos.-sonreí y disparé. La bala dio justo donde debía, en la cabeza y para ser exactos, entre ceja y ceja. Estaba muerto. Podéis llamarme fría, sin sentimientos o cualquier cosa pero en ese momentos no sentí nada.
Puse el seguro al arma y volví a guardarla dentro del bolso. No podía borrar la estúpida sonrisa de mi cara. Volví a colocarme mi camiseta negra y cogiendo el bolso me marché de la habitación del motel. ¿Por qué dejaba el cuerpo allí? Porque en realidad el motel era un pequeño negocio. Os lo explicaré.
Cuando apenas cumplí los dieciocho años, monté un pequeño negocio junto a mi mejor amigo, Zayn. ¿En que consistía? En hacer pequeños recados. Junto a algunas chicas debía seducir a hombres casados, me mandaban sus mujeres, y después de tenerles en el bote les mataba. La mayoría de las mujeres que pedían los recados solían explicarnos el por qué, casi siempre era porque estaban hartas de que les pusieran los cuernos y querían de una vez por todas quedarse con el dinero del hombre o porque les golpeaban y querían acabar con ellos de una vez. Zayn estaba más por la seguridad, y juntos éramos los fundadores de aquello. Nunca nos habían pillado porque éramos demasiado astutos con todo, y las mujeres claramente se quedaban calladas porque sabían que si hablaban les pasaría algo mucho peor que ir a la cárcel. Además, aquel era mi último trabajo, Zayn y yo nos largaríamos y dejaríamos todo esto atrás.
¿Dónde aprendí a disparar? Mi padre es sargento y como sargento que era enseñó a toda la familia a disparar. De todos mis hermanos yo era la que mejor puntería tenía o eso solía decir mi padre. Mi padre, mi hermano Sean y mi mejor amigo, Zayn, eran los únicos hombres en los que confiaba plenamente. Nunca me habían fallado y estaba segura de que nunca lo harían.
Bajé las escaleras de dos en dos. Por el camino me encontré a John y a Josh, quienes se desharían del cadáver del hombre. Llegué a recepción donde estaban Zayn y Leonard, el futuro dueño de nuestro pequeño negocio. Leonard no me agradaba. Él deseaba hacerse con el pequeño negocio.
Zayn desvió la mirada de Leonard y la posó en mí, una sonrisa de apoderó de su perfecta cara. Me acerqué a ellos sonriendo también.
-¿El Señor Tyler ya descansa en paz?-preguntó Leonard, sonriendo y mostrando los dientes, uno de ellos era de oro. Asentí, forzando una sonrisa.
-Las maletas ya están en el coche. vámonos.-avisó Zayn.
-¿No puedo darme una ducha antes?-pregunté, con esperanzas de quitarme el olor corporal de aquel hombre. Zayn negó con la cabeza.
-No hay tiempo, el vuelo a Londres sale dentro de nada.-respondió, cogiendo el bolso de mis manos y luego miró a Leonard.-Adiós Leonard, cuida a las chicas.
Leonard sonrió con triunfo y luego me miró para guiñarme un ojo. Volví a forzar una sonrisa y caminé detrás de Zayn el cual ya había empezado a caminar hacia la puerta.
-Oye.-escuché a Leonard decir y me giré hacia él. Una gran sonrisa volvía a apoderarse de su cara-Erin, puedes esconderte cuanto quieras pero tu pasado siempre te encontrará.
Idiota. Volví a girarme ignorándo su comentario y seguí mi camino hacia la puerta junto a Zayn. Zayn y yo no volveríamos a pisar este lugar.
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Dangerous Past
Fanfiction''Erin, puedes esconderte cuanto quieras pero tu pasado siempre te encontrará'' ''Y así fue, mi pasado me encontró''