Algunos padres son bomberos, licenciados, maestros, cajeros. ¿Creerías que tu madre trabaja en las horas? Qué tal y sí tu padre realmente está muerto, pero acaba de darte tu beso de buenas noches. Entonces ¿qué pasaría con tu cordura? ¿Con tus secre...
Realmente me hubiera gustado que mi padre estuviera aquí, pero en su lugar sólo hay dos sobres; uno con dinero y un boleto sin regreso a Seúl y otro con una carta de apoyo. Jamás entenderé donde se mete todo el tiempo, es jubilado, no tiene responsabilidades ya que mi escuela fue pagada por la herencia que dejó mi abuela.
Suspiré con melancolía. Él era así. Un misterio.
Quizá por ello siempre odie cosas relacionadas con investigar, indagar más allá de la superficie. Ignoraba las cosas que no quería saber y el paradero de mi padre en mis mejores momentos se volvió algo insignificante.
Guardé la maleta pesada en la cajuela del taxi, mis audífonos colgabas del cuello de mi sudadera. El clima era sospechosamente nublado.
- Parece como sí se desenvolviera una pelea –
El conductor habló, estaba viendo los relámpagos y escuchar cada trueno me revolvía el estómago, siempre le tuve miedo a los truenos. Por lo contrario, los rayos me llamaban, muchas personas cierran los ojos cuando su pupila apenas y es posible de captarlos, pero yo los abro y cada uno lo recuerdo con una luz de color.
- Tal vez estén peleando y la gente cierra los ojos por el temor entonces la lluvia es la sangre derramada –
Quizá el señor me tomó de desquiciado ya que no siguió la conversación.
Los relámpagos aumentaron, tanto que fue extraño que la aerolínea no cancelara el vuelo. El ruido aturdidor hizo que mi mente empezara a ver por todo mi camino al conductor del taxi. No era la primera vez que, asustado, veía a alguien de forma repetitiva.
Me sentí seguro de cierto modo sentando en mi asiento, tomaron 20 minutos para que se cerrarán las puertas y las azafatas empezaran a indicar las medidas de seguridad. Recargué mi cabeza contra el vidrio, algunas gotas empezaban a tocar las ventanas, y recordé lo que dije en el taxi. El piloto anunció el despeje colocando mi cinturón, al ver alrededor en diferentes puntos me sentía vigilado, con la mirada del conductor.
20 minutos de que el avión estuviera en el aire las luces de turbulencia se encendieron.
Mi cuerpo no respondía y todo se basaba en mi vista en las nubes y sus destellos coloridos. Sentía las miradas sobre mí, quizá había tenido un ataque de pánico y yo creyendo que estaba sentando en mi asiento.
Pero no.
Nadie me veía, tampoco había tenido un ataque de pánico ni mucho menos estaba sentando en mi asiento.
Al mi alrededor no quedaba el rastro de un avión para creer que tuve un accidente. Todo era negro, tallé mis ojos una y otra vez, pero la imagen era la misma. Mis labios estaban resecos y era imposible mover un músculo. Estaba de pie, alguien me trataba como su títere.
- Dime tu nombre – La voz era gruesa y se dudaba que era un joven el que hablaba, pero su rostro, cabello y facciones decían que el chico no tenía más de 25 años. - ¿Eres de aquí? –
¿Qué si soy de aquí? Me quiere ver la cara de tonto porque seguramente la tengo, pero por la misma razón del suelo desconocido.
- No – El chico sonrió viendo a los lados, como sí alguien se estuviera acercando –
- Tienes que decirme tu nombre –
- J-Jeon Jung Kook –
El chico me tomo del brazo y siendo su marioneta hizo que empezara a caminar. De ser un entorno oscuro fue tomando un color claro, en el aire rápido se empezaron a escuchar risas, podría jurar que sonaban aleteos. Y los eran.
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