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Educación Física. Ella odiaba esa clase.
El sol brillaba en toda la cancha y los arboles desprendían sus hojas poco a poco, la escuela estaba vacía con todos en sus respectivos salones menos ellos. Estaba fuera. En Educación Física. Genial.

—¡Uno, dos... Ya!

Todos comenzaron a correr lo mas que podían. Todas iban juntas a la misma velocidad hasta que ella paro y tomo del brazo a su amiga.

Su amiga volteo frunciendo él ceño verdaderamente confundida.
La cancha estaba en medio de la escuela. Desde la cancha se veía la dirección. Ella señaló hacia allá y la chica entendió. Un chico.

—Es feo.— Dijo algo agitada Amelie.

—¡Por favor!  Esta mas guapo que ese.— Señaló a él que estaba a su lado.
Amelie atino a asentir para después darse cuenta que no habían dado ninguna vuelta a la escuela.

—Vamos a correr para que él profesor no se de cuenta que nos quedamos aquí.

Alize solo asintió y siguieron corriendo.







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La clase acabó. Pero aun había otra peor para todos.
Matemáticas.
Aunque desde ese día, Alize empezó a amar las matemáticas.

—Hola, Profesora. ¡Buenos días, niños! Tienen un nuevo compañero, se llama Edward. Alguien que le pase él horario. Gracias profesora.

La profesora asintió y pregunto un “¿Quien le pasa él horario?” a lo cual todas las chicas levantaron la mano, claro, menos Alize, Amelie, Zaira, Elizabeth y Harriet.
Ellas eran las únicas chicas del salón que odiaban hablar con las chicas de su salón por él simple hecho de ser tan, ¿como decirlo? ¿Fáciles? Si, fáciles. Odiaban ese tipo de chicas y evitaban a toda costa hablarles a menos que sea para pedir algún material escolar. De ahí afuera, nada mas. Observaron como todos los chicos reían y escucharon como uno de los mas populares, Alexandre dijo:
—No pues todas las chicas.—
Todos estallaron en carcajadas mientras las otras cinco chicas solo rodaban los ojos. Al parecer ese chico tenia problemas de vista.

Él chico paso a sentarse y las clases concurrieron normal. Las chicas dejaron de tomarle importancia al Edward menos una.
Alize.









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Le gusto, no le gustoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora