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"Necesito tiempo", pensaba constantemente mientras deseaba volver a mi antigua vida, quería volver a cazar conejos para comer, quería volver a luchar contra otros animales, quería volver a sentir el calor que desprendian los árboles. Pero ya era demasiado tarde.
No volvería nunca más a esa vida, solo estaría en mi recuerdo. Aquí me siento muy rara y siento que nadie me comprende. La gente se aparta cuando voy por la calle, me miran horrorizados, como si fuera un monstruo...
-¿Julieta?- oigo una voz familiar, es la Doctora Méndez, es la persona encargada de llevar mi caso.
Pasados diez minutos me encuentro sentada frente a una pizarra en la que hay tres dibujos, un tigre, una girafa y una mujer joven.
-Julieta, ¿con que dibujo te identificas?
Dudo unos instantes que responder, me gustaría poder decir que me siento identificada con la mujer joven, la cual lleva puesto un sobrero blanco, unas gafas de sol y de su brazo cuelga un enorme bolso, sonríe alegremente a la camara, y se que es la imagen que espera que eliga, pero no es así como me siento, siento que necesito ahuyar por las noches, que necesito saltar de árbol en árbol, que necesito cazar a pequeños animales y dormir acurrucada en la rama de un árbol.
La Doctora Méndez me mira y sonríe, sólo por el brillo que destellan sus ojos, se lo que está pensando, no quiero que mi decisión la haga daño, sé lo mucho que se está esforzando para convertirme en una princesita, pero tampoco quiero mentirle.
-Con el tigre.
Su sonrisa de borra de su rostro y me abraza.
-Cariño, sé que es complicado cambiar radicalmente de aires, pero tienes que ayudarme, me ha costado un año conseguir que me den tu caso, y si dentro de seis meses no ven los cambios en ti, van a darle tu caso al Doctor Morrow, y él sabes que te torturará hasta que le obedezcas- me susurra al oído antes de darme un beso de buenas noches.

Algo más allá de lo que ven los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora