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- "La vida es como una película, cada quien es protagonista de la suya y tú decides cómo y a dónde dirigirla..."

1985.


Era un viernes por la noche, la ciudad de los Ángeles, aunque luminosa y activa como siempre, se encontraba tranquila y relajada, dejando que los aires que provenían de sus costas refrescaran el ambiente nocturno. Los autos último modelo pasaban uno tras de otro, como modelando, como si las calles fueran su pasarela, personas disfrazadas o imitadores entretenían a cualquier turista que aún no haya llegado a su hotel o se hubiera atrevido a salir de él a ver la ciudad desde otra perspectiva, sin que los rayos del sol te acaloraran la piel ni te obligara a usar lentes de sol ni ropa airada.

Sin prisa ni nada que me atormentara, había decidido pasar un tiempo de calidad conmigo misma e invitarme al cine más cercano, aprovechando que estaba de vacaciones en la universidad, más específicamente en la UCLA como es conocida popularmente por el resto del país, Y... Mis amigos de la fraternidad habían decidido ir a no sé dónde cuando estaba tomando una siesta en el departamento en donde nos estábamos quedando.

Desde el principio de la acera de la calle en donde había llegado, se podía ver el cartel luminoso del pequeño edificio, esta noche la función principal al parecer era Rambo II, vi la primera parte hace, creo, que dos años y como era la que mejor se veía en el momento, a pocos meses de haberse estrenado pues, qué diablos.

Me dirigí a la taquilla de los boletos en la entrada del establecimiento, dónde una joven de no más de veinte y tantos , con una coleta alta, flequillo cuadrado y alborotado, piel extrañamente bronceada y lápiz labial de un rosa pálido que resaltaba grotescamente el contraste con su piel, fue lo primero que captó mi mirada, la chica tenía expresión aburrida y resignada, leyendo una revista de chismes y jóvenes modelos en ropa absurdamente cara y ridícula, y es que en pleno siglo xx mucha gente aún no sabía cómo vestirse.

-¡Buenas noches!. -Saludé con mi buen ánimo.- Un boleto para Rambo II, función de las 8;55 pm. Por favor. -Al parecer mi sonrisa mosqueó a la muchacha, que me miró brevemente con mala cara y me pasó el boleto sin decir nada más que el precio y deseándome escuetamente que disfrutara de la cinta. Luego de pagar, como es común y sumamente lógico, hice mi parada en el puesto de golosinas, donde compré todo tipo de chocolates (excepto con maní, odio el maní.) mi refresco grande y las palomitas con mantequilla extra-grande. Ya estaba lista.

Cuando estaba a unos cuantos pasos de la entrada doble de la sala,donde me pasa atropelladamente por al lado un tipo casi del metro ochenta, causando que unas cuantas palomitas se me cayeran al suelo alfombrado rojo. Miré de manera trágica en dirección a mis pies por unos segundos, hasta que rápidamente reaccioné frunciendo el ceño al instante.

-¡Se pide permiso, tarado!.- Gruñí lo suficientemente alto como para que ese maleducado escuchara.

Lo único que hizo fue girar levemente el rostro hacia atrás pero siguió caminando con prisa. Pude apreciar por muy breve tiempo su masculino y respingado perfil, antes de que atravesara la misma puerta en la que yo iba a entrar, me fijé en su vestimenta; Una soda en su mano derecha, pantalones de vestir color negros hasta los tobillos, una chaqueta de esas que usan los de equipo de fútbol americano pero sin ningún símbolo o emblema característica de ninguna institución, negro y gris, debajo debía tener un suéter porque también llevaba una capucha cubriendo su cabeza gacha, a la par de unos lentes de sol cubriendo su mirada, dejando su identidad a difícil adivinanza, pero lo que más rareza me provocó fueron esos mocasines bien lustrados de color negro brillante junto con unos calcetines blancos.

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⏰ Última actualización: May 17, 2018 ⏰

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