Capítulo 1: Ente maligno

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Hoy es un buen día para sonreír.

Chester (mi gato) me despertó de la forma más linda que puede hacer un gatuno a su humano... sip, con un pájaro muerto en mi cara. También, dejé tanto tiempo el agua en el hervidor que explotó y me quemé parte del muslo con el agua hirviendo. Y para terminar, había manchado la blusa nueva con aguacate y no alcanzaba a plancharme mi cabello para, al menos, dar una buena impresión al chico que me entrevistaría para el nuevo trabajo.

Ah... ¿en serio creyeron que era un buen día para sonreír?

Con el resto de tostada que me quedaba caminé hacia mi cama para ponerme las zapatillas y aprovechar de ver la hora. No sabía cuánto me demoraría exactamente hasta el café al que estoy postulando como mesera, así que salí una hora antes de mi habitación arrendada. Luego de cerrar la puerta del departamento dos veces corro escaleras abajo con mi bicicleta y me despido del cuidador, pero como siempre, solo me da una sonrisa con los labios apretados.

Quedé empapada por la lluvia y por la velocidad en que iba —además un lindo auto pasó por mi lado mojándome aún más, menuda suerte— pero no la verdad es que no me quejé, ya que en mis gastos no contaba el trasporte, aunque fuera de vida o muerte. Solo pagaba mi arriendo y lo que quedaba se ahorraba para visitar a Jade en mi antiguo pueblo.

Desde septiembre que estaba en la ciudad para estudiar Relaciones publicas tal y como mi madre siempre quiso. No me había sido nada difícil acostumbrarme al movimiento y al ruido de una ciudad grande como en la que estaba, pero adaptarme a los gastos que conllevan tratar de ser independiente sin tener un manual o alguien a quien consultarle fue la peor parte. Mis amigos de secundaria se habían quedado en el pequeño pueblo a 88 kilómetros de aquí, por lo que me encontraba sola. 

Y muy buena para hacer amigos no era. 

Mi antiguo empleo se había quedado atrás y mis ahorros ya estaban gastados al poco tiempo de pisar Ciudad Central, por lo que decidí aplicar a un pequeño café que se había instalado hace unas semanas. Al bajar de mi bicicleta, vi a algunas personas adentro conversando sentadas en unas lindas mesas color blanco y otras en la larga barra que ocupaba casi la mitad del local. Mi estomago dio vuelta... tampoco era muy buena para conversar y ser amable con la gente. 

Al subir los pequeños escalones y abrir la puerta una pequeña campanilla resonó en el lugar. Noté que el lugar era amplio y agradable, el olor a café no tardó en llegar y algunas personas posaron sus miradas en mi por lo mojada que venía por la lluvia. Habían tres personas sentadas en la barra, lo que me hizo obligar a calmar mi respiración porque hacía allí me tenía que dirigir. 

—Hola, necesito hablar con el encargado —le dije rápidamente al chico de cabello castaño al otro lado de la barra que conversaba anímicamente con una chica rubia con flequillo. 

Él se limitó a darme una pequeña sonrisa apretada mientras levantaba su mano en modo de espérame  y seguía conversando de algo que parecía importante con la rubia, la cual lo miraba un poco cohibida. Tenía un delantal marrón doblado en su cadera en el cual se podía leer Axel's Caffe, por lo que fruncí el ceño esperando que me atendiera. 

—Disculpa, dije que- 

—Has llegado una hora antes —me interrumpió la chica rubia con una mirada un tanto fría para mi gusto, interponiéndose en la conversación—. Estamos ocupados —le dio una corta mirada al chico que tenía a su lado—, si gustas y quieres quedarte puedes esperar allí —señaló una mesa pequeña con una sola silla. 

—Sandy —me puse derecha ignorando lo que me acababa de decir—. Sandy Coleman, ahí estoy anotada, puedo leerlo —señalé un pequeño cuaderno que tenía encima que señalaba "Entrevista Sandy Coleman: 9am". 

Cuando Nos Conocimos [CNC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora