Prólogo

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No sabría decir que duele más de una caída, si el golpe o la forma por la que caes.

Los sueños interrumpidos son demasiados, la levitación del alma tan sólo ocurre cuanto te encuentras entre la vida y la muerte, cuando sientes que ya estás del otro lado, cuando al final del camino tan sólo ves la luz blanca de la que tantos osan hablar, imaginas innumerables cosas que podrías encontrar ahí, la divinidad o el infierno, la vida o la nada.

Temerle a la muerte no es una opción, hay personas a las que nos pasa lo menos agradable en nuestras existencias: golpes, insultos, odio y desprecio. Para mí, fumar un porro de marihuana era mejor opción que ir a lloriquearle a mi madre. Así que, ¿qué tan malo podría ser que dejáramos este basurero a la que llamamos vida?

Sería nuestra salvación después de todo.

Sentir la valentía después del miedo, sentir el cielo después del infierno.

Eso quería yo.

Me sentía plena al sentir la suave e inexistente textura de suelo bajo mis pies, el aire alborotaba cada uno de mis cabellos naranjas y la brisa cerraba los cortes de mi cuerpo blando. Al final del camino se encontraba él con un aura de luz detrás, llamándome con la mano, extendiéndola para que la tomara y que todo desapareciese a nuestro alrededor. Tenía que tomarlo, debía alcanzarlo.

Sólo seríamos nosotros dos.

Cuando las puntas de nuestros dedos se rozaron, cuando pude sentir la calidez de sus dedos a contraste de los míos gélidos, me sentí mágica, me sentí libre, pero... su rostro se ensombreció, sus facciones se contrajeron en una mueca de desilusión, apartó nuestro toque lentamente bajando la mano hasta que finalmente tocó su costado, rompiendo mi corazón en pedazos.

¡No! ¡Por favor no!

Y entonces pasó.

Un grito desgarrador se escuchó desde lo más profundo de mi garganta, el dolor era insoportable, quemaba como el infierno más encendido, los demonios se adentraban a los cortes que volvían a ser abiertos de lo más finamente, mis pies pisaban alfileres que se clavaban en mi piel, no quería más, me sentía pequeña y sin darme cuenta me alejaba cada vez más de la luz, mi alrededor se convertía en oscuridad absoluta, me sentía perdida, pero no fue hasta que un puño imaginario golpeara mi pecho con una descarga de electricidad que hizo vibrar cada célula de mi cuerpo lastimado, me golpeó una y otra vez.

Gritaba que pararan, que me dejaran ir, gritaba y lloraba la sangre que alguna vez corrió por mi cuerpo, pero todo fue en vano.

De un sólo golpe mis ojos se abrieron, dejándome ver a unas personas vestidas de azul. La que estaba más cerca de mí, una mujer, me sonrió y dirigió la vista hacia el señor que tenía frente a ella.

—Está con nosotros.

Y eso fue todo lo que pude ver y escuchar antes de que mis ojos se volvieran a cerrar, de nuevo llevándome a la oscuridad.

I want you by my sideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora