III

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29 / IV / 18

Londres, Reino Unido

Louis:

La droga evade, pero no libera.

—Anónimo

¿Sabes qué es lo que odio más que nada en el mundo?

Sí, lo sabes. La droga.

¿Sabes quién es la persona de quien más desconfío?

También lo sabes. Zayn.

Al parecer tu dolor ha hecho que hagas lo que más detesto, y no sé si por casualidad o rencor.

La droga es alienante, equivale al pan en Roma.

¿Y Zayn Malik? Aquel hombre esculpido por los dioses con el que tienes una historia que nunca me contaste. Te imagino retozando con él, sin amor, sin cuidado, haciendo todas esas cosas que nunca te atreviste a hacer conmigo.

¿En alguna ocasión le entregaste tu corazón?

Es un drogadicto, un camello, un don nadie, un ser perfecto. El asco y la envidia siempre se debatieron en mi interior con él.

Louis, eres gilipollas con todas tus letras. Nunca te fue fácil mirar en mis sentimientos. Con esfuerzo entendías los que yo compartía contigo, pero si dejaba que tú me abrieras, el resultado era fatal.

Yo nunca me he acostado con Liv, y mis besos son por pura obligación. Le digo que quiero esperar al matrimonio, y ella me dice que eso es dulce.

Porque no podría, amado mío. En el caso de que consiguiera despertarme, no podría contener las lágrimas en medio del acto, me temblarían las manos, me subiría la fiebre y vería visiones. Ella se transformaría en ti, pero no solo en el sentido metafórico.

Louis, mientras tú follas con otro alma, yo libero el dolor convertido en kilómetros de separación entre tú y yo arañándome las piernas. Temo el día en el que ya no pueda evitar llevar pantalón corto.

Hoy Liv y yo hemos salido al jardín, y ella me ha preguntado a dónde querría ir de luna de miel. Pensé que a donde tú estuvieras, y así poder verte en mitad de la tortura. Pero no puedo hacerle eso. Si lo descubriera, se rompería en mil pedazos.

Si viviéramos en una sociedad sin prejuicios, ¿dónde crees que pasaríamos nuestra luna de miel? Yo creo que daría un poco igual, estaríamos todo el rato en la cama. Pero he pensado en Florencia, en Creta, en Hawaii...

He descubierto, Lou, que solo queda un lugar donde podemos estar juntos. Los sueños me permiten ver tu rostro, si bien no tan real como me gustaría.

En uno de ellos, los dos estábamos en una piscina tan grande que no se veía el bordillo por ninguna parte. Tampoco el fondo. Sin embargo, no nos hundíamos ni teníamos que patalear con fuerza para no ahogarnos. Estábamos desnudos, y tú cogías uno de mis rizos y sonreías.

—Mi bello Harry —susurrabas, y entonces tus labios sellaban los míos.

En otro de ellos, yo hablaba sin parar sobre algo que no recuerdo. Tú reías y me callabas con un beso.

Y hubo uno en el que llegamos a volar. Mirábamos abajo y no sentíamos miedo. Había un prado de color rosa en el que libres habitaban unicornios. Nosotros reíamos, extendíamos los brazos para volar más arriba y más rápido. Empezaste a quitarme la ropa.

Lo hicimos en el aire.

¿Sueñas conmigo, Lou?

Recuerdo el primer día que te conocí.

Yo llevaba mi uniforme de la escuela cuando llegué a ese antro en busca de mi amiga Naly.

Ella ya no quería ser la niña buena del colegio pijo, así que se había echado novio en el lugar más demacrado de la ciudad.

Junto con Liv y mi mejor amigo Wyatt, fuimos a ese bar de moteros, y pareciera que tú estuvieras ahí esperándome. Nuestros ojos chocaron al instante.

Me invitaste a una copa aunque yo te dije que no lo hicieras. Y mientas Liv y Wyatt intentaban que Naly dejara de besarse con ese tipo, amigo tuyo, yo caía en tus garras.

Querría gastar todo el papel del mundo en decirte que te amo.

Mas me da miedo que me pillen.

Harry.


Manos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora