Por Sarmacia o por la Hermandad, ¡Libertad!

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Amordi, 25 de Julius, 1668. Afueras de Budorigum, Mancomunidad Sármata. 19:12h.

Es un verano cálido en Sarmacia, aunque se aprecia un viento fresco proveniente del norte del continente de Théah. Nuestros héroes Caleb y Mijail, primos provenientes de uno de los dos reinos que forman la Mancomunidad, Curonia,  acaban de bajar de su goleta, la Bliska, y  atracada esta en el muelle del caudaloso río Sejm, se disponen a entrar en la capital. 

Caleb es un joven curoniano de 26 años, de altura media, tez blanca y pelo oscuro, aunque este no se aprecie más que por la barba, puesto que siempre leva un pañuelo sobre su cabeza. Mijail, un año mayor que su primo, es más grande en altura y ancho que su primo, aunque compartan rasgos faciales.

El típico olor costero de su hogar a pescado y mar no se aprecia en el ambiente continental de Budorigum, aunque el aroma a granja y  montaña les trae nostalgia de sus tiempos como granjeros. 

Los curonianos se disponen a llegar hasta el Sejm, con la intención de proponer en la cámara alta soluciones a la situación del campesinado en Curonia, la parte más oriental de la Mancomunidad; aunque se encuentran cansados de tanto mar, y deciden acercarse a una taberna.

Como cabe esperar de una capital, las calles están abarrotadas de gente, aunque a nuestros camaradas no les cuesta encontrar una taberna, en la que entran con intención de brindar por su viaje. 

El ambiente de la taberna es sencillo: Un tabernero limpiando una jarra mientras atiende a algún que otro borracho extranjero, mesas con amigos brindando, riendo y cantando, y como siempre, ese típico bardo que anima el lugar con sus recitales.

Entre borrachos y cervezas, Caleb encuentra un sitio que, con señas, indica a Mijail para sentarse y compartir el descanso. Se escucha al tabernero preguntar desde la barra:

-¡Buenas tardes camaradas! ¡Apuesto a que unas cervezas alegrarán esas caras de cansancio!

-La duda ofende, señor. ¡Dos cervezas para esta mesa!- Sugiere Mijail, sentado cómodamente en su recién encontrado asiento en la taberna.

La camarera lleva alegremente las jarras a los curonianos, que, con una sonrisa, las alzan en un brindis por la patria.

Todo sigue alegremente en la taberna, hasta que un borracho extranjero se levanta de su asiento, y empieza a caminar dando tumbos por toda la sala. Mijail, con ganas de reírse un rato del energúmeno, le dice:

-Hey, buen hombre, ¡siéntese aquí y tómese una cerveza con nosotros!

El borracho, enfadado, se vuelve hacia el héroe, contestándole con acento montaignés:

-¿Quién te crees que *Hic* eres para sugerirme *Hic* compartir mesa contigo?

En un arrebato causado por su estado de embriaguez, le lanza su jarra a Mijail. Caleb, ante la situación, no se queda de brazos cruzados, y le propina un golpe con su jarra en la sien, dejándolo inconsciente en el suelo. Sus dos compañeros y compatriotas van a sacar al borracho inconsciente de ahí, aunque no se quedan contentos con el golpe que ha recibido su amigo, y se lanzan hacia Caleb. Mijail, atento a los dos hombres cabreados, les propina un par de golpes con los puños para proteger a su primo, y del golpe, caen contra una mesa que destrozan contra el suelo. 

La taberna está en silencio, y todos miran a los primos. Todos, menos el tabernero, que silbando mientras saca el material de limpieza, da a entender que eso es pan de cada día.

-Señor, ¿le podemos ayudar en algo?- Pregunta Caleb al tabernero, preocupado por los destrozos.

-Bah, no os preocupéis, camaradas. Ya me lo pagarán estos montaigneses borrachos. Mira que venir a causar problemas a un bar de otro reino...

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⏰ Última actualización: May 02, 2018 ⏰

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