Dance In The Dark

Cartas de voz al viento.

Sé que acabó y que posiblemente no le des el vistazo a mi perfil para escuchar esta nota de voz, porque hace tiempo que dejaste de hacerlo. Bien sabes que soy obsesivo compulsivo y que te enviaba mensaje tras mensaje por si no lo había enviado, en donde te decía que te quería en mi vida, que no me imaginaba un mundo donde no estuvieras tú, dentro de él.
Sé que cometí errores, que fui tu amor más imperfecto, aunque después me dijiste que lo tuyo no era amor, que habías pasado todo este tiempo en una idea errónea. Nunca me dejaste explicarte por qué el amor no es una idea. Pues ahora te lo digo: el amor no puede explicarse, ni siquiera a versos como lo hacen los poetas; simplemente no tiene un concepto. Cada persona le da uno conforme a su conveniencia. Siento desilusionarte, pero sí pertenezco a esa corta lista de chicos que te han besado y luego tú los has dejado pensando en qué es un amor con ideales.

Lo siento.

Estoy llorando. Otra vez.

Por qué, de un día para otro, dijiste que te marchabas. Que no eras feliz a mi lado. Que el responsable de todo este desastre había sido yo.
Repetí en mi mente desde entonces que yo había sido el antagonista de esta historia hasta hacérmelo creer. Y hacerme sentir la peor basura de este desfase de amor incomprendido e incompleto.

Quiero que sepas que un día supe de ti y calle. Silencié mi mente y con la mirada te seguía cómo ibas tan feliz. Bajé la vista y me dirigí a la banca donde solíamos sentarnos a ver cómo los árboles quedaban desnudos en otoño. Me encontraba ahí, justo donde me prometiste que esto duraría para siempre. Y, efectivamente, creo que esto va para largo. Que uno de los dos tendrá que vivir en una penitencia eterna, condenado a recordar lo que el otro no dio ni la mitad de lo que tú para que funcionara.

Está bien. Dejo que seas feliz. Y espero que no borres el historial de nuestras conversaciones (que yo sé que ya lo hiciste hace mucho tiempo atrás).