Siempre hay puntos en nuestra vida en los que la tristeza nos embarga, en donde sentimos que no hay salida, sin embargo, después todo pasa y volvemos a ser felices. Por otra parte hay veces en las que la tristeza es tanta que, por supuesto pasa pero se lleva un poquito de nosotros, nos debilita, nos apaga.
Llega un momento en el que te dicen tanto que no vales que comienzas a creértelo y a vivirlo así, tanto así que morimos y no nos damos cuenta hasta que ya es muy tarde.
Les cuento esto sentada en el piso de mi baño porque por primera vez la tristeza, la impotencia y el dolor es tanto que me mata, no físicamente; sigo respirando, mi corazón sigue bombeando sangre, pero mi espíritu está resquebrajado y mi alma llora.
No necesariamente hay que dejar de respirar para morir.
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Para ti.
Short StoryDejar algo que se ama, mata algo que somos. Escribo el presente, para en un futuro leer y entender mi pasado.