Cuando a los quince años mi padrastro me obligó a pasar los recreos hablando con el orientador del colegio, se descubrió que todos mis problemas se debían a la separación de mis padres cuando yo tenia siete años.
En mi opinión, es una de esas teorías absurdas que los psicólogos utilizan para poder buscar una respuesta a un caso inexplicable. Como a los físicos y los matemáticos, a los psicólogos no les gusta admitir que no tienen ni idea, de ahí que se escondan detrás de supuestas situaciones traumáticas para no admitir que la mente humana, como el universo en general, funciona como le da la puta gana.
Sinceramente, soportar a mis padres por separado ya es bastante coñazo como para tener que soportarlos juntos (eso sí hubiera sido un trauma), el ultimo recuerdo que tengo de ellos juntos fue la cena de noviembre en que papá invitó a su secretaria para poder seguir rellenando formularios y adelantar trabajo; la misma secretaria que meses después resultó ser su amante no tan secreta. Esa noche volaron los insultos de manera constante, siempre lo mismo, mi padre acusaba a mama de ser demasiado seca y aburrida y ella a su vez, de ser excesivamente cariñoso. Después mama le echó de casa y no supe nada de él hasta que llegó una invitación a su boda con la susodicha secretaria.
Para mi estaba claro, mi padre había caído (iluso) en brazos de una exmodelo de ascendencia rusa con tacones de aguja y suficiente maquillaje para parar una bala. Y mi madre... Había cometido el error de encapricharse de un cuarentón obsesionado con el derecho, que sufragaba prostíbulos en sus ratos libres (no precisamente por beneficiencia), y todos sabíamos que merecía algo mejor. Al menos lo encontró. En cierto modo.
También tuve un profesor (que era un psicólogo frustrado, seguro), que consideró que mi problema no eran mis padres, sino mi hermanastra (primer error, Paula y yo no somos ni siquiera eso).Y ahí le doy la razón... ¡Paula me saca de quicio! Con su eterna sonrisa, su positividad destructiva, su confianza sin límites, sus notas inmejorables, etc.
Pero había algo que aquel profesor metomentodo del que ya hablare mas detalladamente en otro momento no entendía: ¿Por que debería envidiar a mi supuesta hermanastra? Soy algo mayor, considerablemente más lista, guapa y aunque no tenga un tipazo, me importa más bien poco; aunque lo tuviera no lo enseñaría.
No envidio muchas cosas de su vida, es más, me resulta un poco cansino imaginarme en su lugar, soportando la presión de ser siempre doña perfecta.
El mundo es tan grande... hay tantas cosas por hacer... Además yo no necesito ir al colegio, aunque Paula refunfuñe, suelo ganarle siempre que jugamos al Trivial porque mientras ella memoriza exámenes que en quince días habrá olvidado, yo conozco mundo. Ya lo decia la pelicula de Slumdog Millionaire, la vida enseña mucho más que el colegio y... ¿Qué narices puede aprender ella todo el día encerrada?
No sé, es como si viviera en el siglo pasado, más preocupada por aprender a coser que por echarle huevos a la vida, citando (relativamente) otra película (el indomable Will Hunting), Paula es de esas personas que al oír hablar de la marginalidad piensan en Oliver Twist, o mejor, en Sleepers, pero nunca la han parado por la calle en un barrio de mierda para ofrecerle droga.
Paula siempre cree que lo sabe todo aunque no tenga ni idea y salvo en contadas excepciones, no sabe nada porque a la que han parado los "chungos" siempre ha sido a mí. Solo hay una cosa que ella tiene y yo no, y es Joaquín, pero una relación como esa me provoca el mismo efecto que cualquier otra novelita cursi de escaso trasfondo. De hecho bien mirado, la primera en echarse novio también fui yo...
¿Has leido la Cenicienta? Pues su historia es algo así... La empollona buena y discretamente preciosa que acaba con el adorable Don Popular, un chico de los que "se miran y no se tocan", porque a pesar de ser pasable físicamente, cantante ocasional y en pocas palabras el ídolo de las nenas, él insiste en permanecer solo.
A Paula le encantaba decir que su historia era como la de Taylor Swift en "You belong with me", aunque Joaquín vivía encima de nuestra casa en vez de en el edificio de enfrente y aunque las chicas le perseguían, él nunca tuvo una novia formal hasta que empezó a salir con Paula. Todos estaban seguros de que estaban "predestinados" a acabar juntos, y yo... Bueno, digamos que tengo la mala costumbre de no ir a clase tanto como debería, así que no suelo enterarme de esas cosas.
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La hermanastra de Cenicienta
Teen Fiction¿Nunca te has preguntado por qué todos en los cuentos son tan felices? Pues estás equivocado, no todos son felices. A alguien le tocó hacer de malo en el cuento y salir perdiendo, porque para que haya buenos tiene que haber malos, y ese es el papel...