Cartas al psiquiatra

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1- Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada

2- Este fanfic contiene yaoi, sexo explícito, fisting (penetración con el puño), relación BDSM de Amo/esclavo y parafilias variadas.

Cartas al psiquiatra

Pilar del Atlántico Sur

9 PM

31 de agosto del 2006

Era una noche cualquiera en el templo marino de Poseidón. Aunque el "cielo" de dicho lugar no reflejase un cambio físico evidente que anunciara la llegada de la noche, la temperatura así lo hacía: se tornaba más fría de lo habitual, y el aire parecía tan denso y proclive de un momento a otro a convertirse en una densa neblina capaz de ser cortada con un cuchillo.

Sin embargo, esa noche que podía ser cualquiera para otros, no lo era para una de las marinas de Poseidón: Sorrento de Sirena.

Era un jovencito que no pasaba de los dieciocho años; su rostro aniñado así lo reflejaba, aunque debido al entrenamiento como marina haya madurado un poco más del cuello para abajo. Tenía los ojos grandes, como enormes fresones que se movían ágilmente de un lado a otro, dando la impresión de no perderse ni un solo detalle -al menos visualmente-, y todo coronado con un cabello del color lila, como la más hermosa de las orquídeas. Sin embargo, a pesar de contar con semejante físico que pudiese enloquecer a más de una chica, este joven no era dichoso. Al menos, no por dentro.

Por qué, se preguntarán.

Ciertamente no había una causa evidente de su locura, exceptuando su deseo sexual intenso, que era mucho más elevado de lo que se podía esperar en alguien de su edad. Ciertamente los jóvenes tienen un apetito sexual muy exacerbado por la intensa actividad hormonal, pero el de Sorrento era algo rayano en la locura.

Aunque nunca lo demostró, so pena de que lo tomasen por loco o tomasen alguna represalia contra él, la locura seguía creciendo y haciéndose más y más insoportable, hasta el punto de impulsarle a pasar noches enteras practicando el placer carnal solitario, mientras dejaba su mente fluir y sacarse esas imágenes que lo embrujaban. Hasta la fecha, aquella estrategia pareció funcionar, pero su mente envenenada elucubraba más y más de esas imágenes con cada segundo que pasaba, y Sorrento no hallaba como descargarlas, así que resolvió ponerse a escribir historias; agarraba una pluma y cientos de hojas, donde las letras iban y venían, narrando todas las aberraciones que acudían a la mente febril del joven... Las hojas se apilaban, pero cada vez su mente inventaba una fantasía nueva: eran desde sadomasoquistas, de dominio hasta orgías múltiples, pasando por situaciones de fetichismo, exhibicionismo, voyeurismo y ¡hasta zoofilia!

Llegado a ese punto, Sorrento supo que algo no estaba bien con él. No importaba qué método de desahogo empleaba, las fantasías no dejaban de nacer en su mente. Cuando miraba en los alrededores de su cuarto, veía la pila de hojas en un rincón, acusadoras.

«Tengo que hacer algo, por el amor de dios...— pensaba el marina; más no contaba con el número o la dirección de un psiquiatra, para su frustración —...tengo que hallar a alguien con quien hablar de esto, no puedo seguir así...»

Permaneció sentado en su pequeño escritorio, con el rostro escondido entre sus manos; lentamente éstas resbalaron hasta sus cabellos, los cuales sostuvo y hasta tironeó.

«Veamos, Sorrento...— le susurró su imaginación —... imagina que tu psiquiatra escoge como terapia el hacer contigo todo lo que fantaseas...»

—No...— gimió —. Aquí vamos de nuevo...

Jadeando, cogió la pluma nuevamente y dejó que su mente le susurrase al oído...

Pilar del Atlántico Norte

Entre escamas y dragones: una trilogía de KanonXSorrentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora