- J-Jin - llamó un débil Taehyung recostado en la camilla del hospital. Hace aproximadamente un mes que estaba ahí metido, y, para ser honestos, cada vez empeoraba más.
- Aquí estoy, bebé - Seokjin tomó su mano con delicadeza y sobó su frente con cariño. Cada sonrisa brindada era un milímetro de fuerza para TaeTae.
- ¿Podrías hacerme un favor? - preguntó con un hilo de voz. Su carita ya estaba marcada por la dura lucha contra la terrible enfermedad que le atormentaba desde hace años; las ojeras debajo de sus ojos, sus mejillas desinfladas por la pérdida de peso extrema, su mirada apagada, la poca fuerza para siquiera hablar más de una frase. Todo eso era un tormento para su pareja, pero se mantenía fuerte por él, para que no tuviese qué cargar con la preocupación de su marido.
- Lo que quieras - sabía que podía calmar un poco el miedo del más joven con mimos, porque, lo dijera o no, estaba asustado.
- Sé que no podré salir de esta - rio amargamente, casi como un lamento para sí mismo -, sólo quiero pedirte que... -
Su voz se quebró en un instante, dejando que las lágrimas acumuladas en sus ojos salieran una tras otra. No quería dejarlo solo, su vida dependía de verle feliz todos los días. En cambio, le regaló años de angustias, yendo de un hospital a otro, inyectándose medicamentos diariamente y escuchando falsas esperanzas de los doctores.
- Tranquilo, mi amor - besó su mejilla y recargó con mucho cuidado su frente en el lugar exacto del beso -. Lo prometo, todo va a estar bien -
- Encuentra a alguien más, Seokjin - pidió, era poco audible debido al llanto, pero Kim le escuchó perfectamente.
- No, Taehyung, puedes pedirme lo que sea, todo menos eso - le miró a los ojos, estaba queriendo llorar él también.
- Por favor - rogó - Lo que menos quiero es verte devastado por todo esto, hazlo por mí -
- No, Kim Taehyung, no puedo hacer eso - apoyó la cabeza en la camilla, arrodillándose para pedirle que parase con esa petición tan absurda. Ambos llorando a mares, maldiciendo a la vida por darles tantas tragedias cuando ellos solamente buscaban ser felices en su matrimonio.
-Un mes después-
- Me temo que la situación no está mejorando para nada, a cómo van las cosas, le calculamos no más de una semana - informó el doctor, tratando lo mejor que podía en no verlo a la cara al decirle aquello.
- No, por favor. No puede ser. - en un ataque de desesperación se puso de cuclillas y abrazó la bata del doctor.
- Vamos, joven Kim, póngase de pie - la pobre enfermera luchaba contra ella misma para no romper en llanto.
- ¡No, mi TaeTae no, se lo pido! - gritaba y gritaba, y parecía no callarse o cansarse con nada. Los ayudantes tuvieron que sedarle para que se tranquilizase un poco.
Por suerte, el chico platinado estaba dormido y no pudo escuchar nada de lo que había pasado en el pasillo. Tuvo una noche llena de dolores en donde apenas pudo dormir por una hora, así que por la mañana le aplicaron más suero para que se le bajara el dolor y durmiera lo necesario.
Era duro, demasiado, a decir verdad, todo lo que el pobre Seokjin estaba viviendo era injusto. Durante sus años de casados, fue el esposo que cualquiera podría pedir, pero las cosas malas siempre les pasan a las mejores personas. Cuidó lo mejor que pudo a su adorado Taehyung, siempre dio todo, incluso más, de sí mismo para que no le faltase nada. Pasaba noches en vela para asegurarse de que respiraba lo suficientemente bien y no se ahogara.
Lo ama, más que cualquier cosa en el mundo. La impotencia de no poder hacer nada le consumía junto a la depresión de verle morir lentamente. No podía perderlo, no quería.
(...)
Esa fue, quizá, la mejor semana de su vida. Los enfermeros le permitieron salir al jardín y contempló las hermosas flores que ahí yacían. Hace tiempo que no sentía la suavidad de los pétalos u olía el fragante aroma de éstas. Miró el hermoso atardecer que se reflejaba frente a sus ojos. Qué más podía desear, estando ahí con el amor de su vida. Quien le brindó lo que nadie pudo, que fue amor de verdad.
- Jin - recargó su cabeza en el hombro contrario y sonrió con los ojos cerrados -, te amo. -
- Yo también te amo, Tae - besó su frente con dulzura, sólo cerrándose a ese preciso momento, en donde ambos compartían un tiempo juntos, como pareja.
- Jamás te he agradecido por todo lo que has hecho por mí. Gracias por ser mi esposo -
Sólo pudo abrazarle de tal modo que nadie se lo arrebatase nunca.
- Te amo demasiado, Tae, por favor no lo olvides -
- No lo haré -
(...)
Decir que estaba muriendo por el miedo era poco, la hora que tanto temía había llegado muy rápido. Su cuerpo se sentía más débil de lo normal y batallaba para tomar aire. No tenía ni siquiera un poco de fuerzas para desesperarse, mover todo y gritar.
Pero, a pesar de todo, podía irse tranquilo, ya que, al final, Jin prometió darle una última oportunidad al amor cuando las cosas hayan terminado. Cuando la vida sea arrebatada del cuerpo de su adorable platinado cariñoso, el que pedía y daba mimos durante todas las tardes y noches.
- Nos vemos luego, Kim Seokjin - susurró con una sonrisa. Pasó su mano por la mejilla del mayor, sintiendo por última vez su piel suave. Le acercó poco a poco, para despedirse definitivamente. Antes de juntar sus labios en un último beso, volvió a susurrar un "Te amo".
Fue un roce, algo lento, sólo para sentir la cercanía del otro. Pasaron unos segundos, casi un minuto, y esa delicada mano cayó, pegándose con la camilla blanca.
Levantó la vista, topándose con sus ojos cerrados. Le inspeccionó detenidamente, sus facciones, su cabello despeinado. Todo de él era hermoso.
- Te amo, hyung - recordó su voz gruesa, incluso cuando la hacía más aguda a propósito para verse más adorable de lo que ya era.
- Mi amor - abrazó lo que ahora era un cuerpo sin vida, lo tomó con posesión y lloró por horas con él en brazos. Creía estar preparado, pero no era para nada verdad.
Taehyung se había ido.
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GoodBye
Fiksi Penggemar❝Hasta pronto, hyung.❞ Donde las cosas no mejoraron para Taehyung.