♡Jungkook♡

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-Años más tarde-

La dura vida de oficina le atormentaba cada vez más. Estaba tardando mucho para acostumbrarse, recién se habían mudado y ya quería irse. Si no fuera por su pareja, él habría huido de ahí en menos del segundo día.

- Hola, cariño - hablando del rey de roma. Un lindo azabache se asomó por la puerta de su oficina sin siquiera pedir permiso para pasar. Se acercó y abrazó, lo que calmó un poco toda la irritación del primero.


Jungkook contempló todo en su oficina y se detuvo al ver una foto en un marco, una hermosa imagen captada por una cámara de hace mucho tiempo atrás, cuando Seokjin ya tenía una vida y una familia. Recordando toda la triste historia escuchada aquella tarde, siendo amigos solamente, que le vio acariciar una foto en su celular con un aura muy triste.

Eran la mejor pareja que conoció jamás y le daba el lugar y el respeto a Taehyung, sabía lo especial que había sido para Jin y el tremendo amor que le tuvo. Incluso llegó a llevarle flores entre semana para agradecerle las cosas que hizo por el pelirosado. A la vez se sentía mal por cómo terminó todo, no merecía esa basura de vida al ser una persona tan agradable. Sin embargo, nunca estuvo solo gracias a Seokjin y era una de las cosas que más adoraba de él, su fidelidad.

- ¿Mucho trabajo? - sonrió y acomodó su corbata.

- Un poco, ¿qué tal las cosas en casa? - recargó su frente en el hombro del más bajo por unos centímetros y suspiró.

- Mueren de ganas porque las lleves a comprar un helado como les prometiste - acarició con delicadeza su cabello sedoso. A veces se preguntaba qué pasaba por su cabeza cuando veía la vida que tenía ahora, para nada igual a la que le hubiese gustado tener con Tae.

- No me salvaré de esta, ¿verdad? - habló somnoliento.

El de sonrisa de conejo rio por el comentario y negó - Lo siento, capitán tramposo, pero sabes que no se resisten a un helado -

- ¡Hyung! - gritó emocionado - Han sacado un nuevo sabor en la heladería, ¿me compraría uno, por favor?

Inconscientemente, sonrió con melancolía.

Kookie enseguida supo que otro recuerdo había inundado toda su mente. No quería verlo mal, las primeras veces que hablaban de él terminaba llorando, pero eso acabó cuando fueron novios. Tenía la leve sospecha de que estaba guardando todo para no hacerlo sentir mal, pero se sentía peor si por su culpa no se expresa como quisiera.

Acunó su rostro con ambas manos y miró sus ojos, los que le brindaron un poco de esperanza -Te amo. -

Jin besó su frente con suavidad - Yo también te amo, mi Jungkookie -

Sin duda alguna, su amor nunca podrá compararse con el que alguna vez tuvo por el platinado que llenó todo su ser del amor que ahora ofrecía. No tenía la dicha de poder decir que él fue su primer amor porque no era cierto. La primera persona que amó le fue arrebatada por una terrible enfermedad, era la peor persona por sentirse celoso, pero no podía juzgarlo, le obligaron a tener que despedirse de la mitad de su alma.

- Vamos, quiero consentir a mis pequeñas hoy -

Tomados de la mano, como la mayoría de las veces que estaban juntos, caminaron hasta la salida y fueron en coche a casa, para darle una fabulosa tarde a sus hijas. Una llena de risas, bromas, anécdotas, mimos y muchas cosas más.

- Oh, no, a tu hijo se le ha antojado otro helado de chocolate - avisó el azabache apuntando a su pancita plana, aún, y rio de manera burlona.

Sin duda, los tres habían heredado lo glotón de papá.

GoodByeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora