Cuando regresó al porche, este estaba tan solitario como cuando lo había dejado. Miró alrededor pero no vio a su preciado gato, a su acompañante.
Fue a la cocina y cogió una cerveza y la abrió y se sentó en su silla en el porche y miró a con los ojos muy abiertos esperando a que de entre la bruma de la noche viese la cabeza blanca y negra de Mischa. Estaba sentado en el porche, bebiendo la botella de cerveza. Encendido pitillo tras pitillo pero nadie aparecía. Ni animal ni humano. Que pudiese aparecer alguna alma caritativa y que entre sus brazos trajese a Mischa y le dijese que se lo había encontrando en su propia casa.
Pero aquello no podía ocurrir por dos razones. Una es que nadie sabía de quién podría ser aquel gato y en segundo lugar porque Balboa nunca se había hablado con nadie en los últimos años desde que se haba instando en aquella casa.
Así que corrió que Balboa se durmió en plena noche, a esas horas debían de ser la una o las dos de la madrugada y cuando se despertó era la luz del sol lo que le despertó y le arrancó de su sueño.
Balboa se sintió con el cuerpo dolorido después de pasar la noche en la silla, al relente. Y por unos segundos se preguntó que qué hacía en la silla pasando la noche en el porche. Se acordó que Mischa se había perdido y Balboa se levantó de un salto y tiró al suelo la botella de cerveza y la ceniza con los cigarrillos consumidos.
La ceniza cayó al suelo y se amontonó encima de sus zapatos y Balboa se sacudió el zapato y miró alrededor y pronuncio el nombre de Mischa al menos dos docenas de veces, hasta que se cansó, hasta que se dio cuenta que Mischa no estaba con el. Y de nuevo volvió a su mente, a su alma, la desesperación que había sentido la primera vez cuando o se había sentido sin la presencia de Mischa.
Después de buscarlo por todos los rincones de la casa Balboa no tuvo mas remedio que rendirse. Regresó a su silla en el porche. Aquellos maullidos, escasos, de Mischa, los echaba de menos, esta solo, más solo que nunca. Antes de sentarse en la silla del porche se acercó al teléfono negro del recibidor y tuvo las enormes ganas de coger y llamar a alguien ¿pero llamar a quién? ¿A la policía? Nadie se interesa por un gato perdido. El único lugar en que lo podría encontrar sería en la protectora de animales. Pero tendría que pasar al menos un par de dias para que lo encontrase en ella. Pensó eso. Pero antes de sentarse acudió a su mente la imagen del pobre de Mischa que se moriría de tristeza en una simple y sucia perrera.
Balboa se sentó por unos instantes en la silla como para planear lo que tendría que hacer. Bebió un poco de cerveza y miró al lugar donde tendría que estar Mischa a su lado. Pero lo uno que veía era el espacio vacío.y unas lagrimas salieron de sus ojos. Pensaba que no volvería a ver mas los ojos de Mischa el de color azul y e de color negro. Siempre había pensado que su gato con el ojo azul podía ver las cosas buenas de la vida, y con el negro las cosas malas, como los ratones que cazaba por las noches y se los ponía cerca para que se diese cuenta de que él también hacia algo de provecho en la vida. Así era Mischa.
Balboa se levanto enseguida de la silla y fue a la cocina y se comió un por de sandwiches que tenia en la nevera y luego se pasó un servilleta de papel por los labios.
Y en pocos minutos estaba dentro de un Volkswagen de color negro que tenía hacía más de diez años. Una vez que estuvo al volante encendió el motor y salió del jardín. Y como no sabía en que lugar podría estar la protectora de animales se paró en una cafetería donde podría encontrar un listín de teléfono.
-Aquí no tenemos el listín de teléfonos -le dijo una joven de cabellos negros lacios y unos grandes ojos negros muy pintados. Parecía com si fuera a ir a una fiesta pero la mujer lo miraba con gravedad.
-¿Entonces dónde podría encontrar la dirección de la protectora de animales?
-¿Es que no tiene un teléfono móvil -le dijo ella de lo más extrañada- solamente tiene que buscarlo y enseguida lo va a encontrar -pero Balboa hizo un movimiento negativo con la cabeza.
-No tengo nada de eso -y sus ojos se clavaron en los ojos negros de la joven y ella comprendió que no tendría mas remedio que ayudarlo. La joven le puso un café en la barra y enseguida regreso y en sus manos tenía un teléfono móvil negro, brillante como un jaspe. Parecía que emitía una extraña luz oscura. Pero la joven tecleó en el teléfono y después de unos pocos segundos le sonrió a Balboa.
-Vaya a esta dirección -le dijo ella y le escribió en una tarjeta una dirección y Balboa después de acabarse el café salió de la cafetería y se metió en su coche negro, en su Volkswagen que se había comprado nueve años atrás. Y cuando estaba a medio camino hacia la protectora pensó que lo mejor que hubiera hecho era poner algún anuncio por la pérdida de Mischa ¿pero quién podría hacer caso de un gato perdido? Quizás los perros que andan cerca de la casa. Pero un gato... Un gato se puede meter por cualquier sitio, por cualquier rincón y nadie lo vería como si de repente se hiciese invisible.
-Pero tal vez este allí... -dijo en voz alta Balboa dando un golpe en al volante del coche- tal vez alguien lo haya encontrado y lo haya llevado hasta ese sitio -se dijo de nuevo- pero no lo creo...
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BALBOA
General Fiction¿Que pasaría si no dejase de llover y de repente cayese sobre una extraña ciudad una lluvia fría y plateada que nunca cesase?