─ Esto es... ─ Deliraba dentro de sí, o tal vez a lo mejor no se tornaba tan incoherente. De por sí tantas voces, ruido de pasos y claramente la amargura de estar entre la multitud de personas que pasaban sin cesar o detenerse justo como él, quieto, cual una piedra que la corriente no se puede llevar pero que igual le afecta; si a eso se le puede llamar el dolor de ver pasar a su alrededor toda esa vida, sin poder agarrarla y sobre todo sintiendo como si en realidad aquél río al que pertenecía ya estaba seco─ tan frío...
Estaba solo, sus palabras infestaron el lugar con suaves lágrimas del cielo, mientras miraba arriba dejando a las nubes desangrarse a gusto sobre su rostro, quería agrisar todo con su vista sin saber que ya lo estaba después de un parpadeo al azar. Por un instante sintió el tiempo detenerse y el regalo más desgarrador le tomó por sorpresa al bridarle su mejor dedicatoria, con los brazos que rodeaban su torso, así se abalanzó una mujer sobre él. Con el abrazo, aquietaba todo, ella era más eficaz que el silencio si hablamos de contener sus ganas de sonreír; estaba paralizado, pero no le parecía algo malo... fue tan grata experiencia volver a ver esa chica sin rostro, que lo salvaba siempre en sus sueños. No le era extraño que no tuviera rostro, nada en aquella chica se definía realmente, sin rasgos no podría compararla; Aunque no tuviera un color de ojos que recordar, o cicatrices, manchas y aroma que la separaran del resto, definitivamente no podía haber nada más único por irónico que sonara.
─ Ella está aquí ─ Se plagó el ambiente de repudio al instante en que la chica incógnita susurró, la multitud de personas se detuvo bruscamente, comenzaron a gritar y correr tan desesperados como si el mundo fuese a acabar y de algo así podría tratarse. Sus ojos dieron con su mayor miedo, pero su reacción fue insípida, tenía al frente a la mujer que había entregado todo pero esta vez no importaba. La chica sin rostro de momento se esfumó, así podría sonreír y eso hizo. Con su sonrisa cálida marcaba el final del ciclo y recitaba "En este sueño ya no latiré más, porque no pertenezco más a ti".
Cada una de las personas se dedicó a arrodillarse, recordaban con repudio el haber sido separadas, llorando pudieron comprender que eran todos fragmentos del amargo odio hacia ella, y que estaban destinados a contemplar su final, que de hecho es lo único que puede de verdad sentir una emoción además de su nacimiento. Y así ella murió para él.
Estees el mundo interior y sollozante que un hombre le dedicó a su peor pesadilla.
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Abismo de Colores
Teen FictionEl corazón se abre y sangra algunas ideas profundas que nunca conocieron la luz antes.