Lucky Strike

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Pateaba las piedras del camino, preocupado por la hora. Pronto anochecería y sus escasos ahorros se habían esfumado, no podría pagar otra noche de hotel ni la cena. Suspiró abrumado. Ni siquiera se había detenido a mirar el rumbo que había elegido, estaba en la zona más conflictiva del pueblo, metió las manos en sus bolsillos y apretó el paso hasta que los faros de un bonito automóvil rojo le hicieron señas.

- Hey, Tucker ¿ Qué haces por aquí?- el chico rubio, con una delgada camisa de tirantes y una amplia chamarra, exagerados collares bajó la ventanilla con una media sonrisa.

-¿ McCormick? Qué mierda - recorría el auto con sorpresa-¿ de dónde sacaste eso?-

- Ya sabes- levantó los hombros, desgarbado- las dulces mieles del trabajo infantil-

- Ni siquiera tienes edad para...- el rubio le hizo una seña para que entrara. Negó.

- Oh, vamos. Tienes cara de que no has cenado y además ¿ qué clase de amigo sería si te dejo botado aquí a estas horas?-

- Jódete, no somos amigos- contempló sus opciones. Al menos el interior del auto era cálido. Manejaron un par de minutos en silencio hasta que llegaron a un elegante restaurante italiano, lo que incrementó la confusión en Craig- escucha, no estoy pasando la mejor etapa económica de mi vida y...-

- ¿ Has escuchado aquél dicho de " pueblo chico, infierno grande"?- le abrió la puerta de copiloto, palmeándole el hombro fraternal, con algo de dificultad ya que era mucho más alto que el rubio- ya me enteré que Thomas te corrió de casa por estarle partiendo el culo a Tweek y  que no has estado viviendo en un palacio desde entonces-

- No voy a ser tu puta burla- lo alejó de un empujón a lo que el rubio permaneció impasible.

- Escucha, Craig, sé que nunca hemos sido precisamente cercanos ni nada, tampoco quiero que lo veas como un acto de caridad o una estupidez así. Sé, te juro que sé perfectamente por lo que estás pasando y a mí me hubiera encantado que alguien me tendiera la mano- por un segundo pareció que estaba hablando con un anciano, alguien incluso sabio. No con aquél adolescente de catorce años con la cara todavía cubierta de pecas.- déjame invitarte la cena y hablamos de negocios, si así quieres verlo-

- No te va a salir barato, Kenneth-

- La compañía lo vale hermano- le guiñó un ojo, arráncandole una risa involuntaria.

Pasaron un par de horas poniéndose al día con sus vidas. Hacía dos años que Kenny se había ido de South Park y nadie sabía realmente qué había pasado. Su hermana pequeña decía que volvía a visitarla por las noches al menos una vez a la semana, pero nadie lo había visto hasta entonces. Se veía bien sin esa ropa raída y sucia, e incluso, sin el semblante enfermo del hambre y la pobreza, podía decirse que era un muchacho atractivo.

-  ¿ De dónde sacaste ese auto?- Craig no era una persona de rodeos y Kenny apreció eso, saboreando el spaghetti de su tenedor.

- Te lo dije. Trabajo- sonrió críptico- un buen trabajo que me permite darle la vida de reina que Karen se merece y tener ciertos lujos como estos- señaló sus collares y el plato- pero me deja poco tiempo libre para hacer labores domésticas, por lo que aquí tengo una oferta para ti, Tucker. Múdate conmigo y ayúdame con los quehaceres. Tendrás tu paga y un techo- el pelinegro le dio un largo sorbo a su soda, meditando, saboreando las burbujas de gas que cosquilleaban en su lengua. Lo miró con detenimiento, apreciativo.

-¿ Y si quisiera dedicarme a lo mismo que tú?- Kenny abrió la boca, siendo interrumpido- no soy idiota, McCormick. Hay dos o tres cosas que a nuestra edad te pueden generar esa cantidad de ingresos y conociéndote, ninguna es legal. Así que mejor háblame derecho. Estoy interesado-

- Jajajaja. Eres un caso, hermano- le hizo una seña al camarero, demandando la cuenta- ¿ qué te parece si vamos a mi apartamento y te explico todo? -

Ride or dieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora