Diana VIII

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Lamento no haber tenido los pantalones para haberle dicho que no a ella. Lamento no haberle dicho que a quien realmente quería era a tí, que ella no era mi la mitad de buena que tú. Que era tu sonrisa la que estaba grabada en mi cabeza, no la de ella. Que eran tus ojos los que hacían mi piel arder, no los de ella. Que eran tus labios los que quería sentir, no los de ella. Que era de tí de quien estaba enamorado.
No de ella.

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