La miré a los ojos y entonces entendí que ella sabía el secreto que guardaba con su padre: que nunca fuí quien ella pensó en todo este tiempo, pero a pesar de eso, sabía que me quería ¿Cómo lo se? Porque yo la miraba de la misma forma, porque ella me enseñó todo lo que siempre anhelé, me enseñó a ser humano.
-¿Tu también te vas?- dijo con dolor.
-Me temo que sí. –dije mientras miraba el suelo.
-¿Es un adiós? –susurró con la voz quebrada.
-Es un hasta luego mi querida Claire.
La tomé por la cintura y la besé, con delicadeza mientras las lágrimas caían por mis mejillas, mientras pensaba en cómo alguien como yo se enamoró de esta dulce e inocente niña.