Capítulo 2: La chica pelirroja

1.5K 58 21
                                    

Narra Kean:

Estaba tendido en mi celda, con el rostro pegado al frío suelo. Aunque mi mejilla ya se estaba empezando a adormecer por la baja temperatura, no tenía fuerzas para moverme.
Mis ojos estaban rojos de tanto llorar.

Yo quería seguir llorando, pero al parecer ya no me quedaban más lágrimas. Por lo menos, después de tanto llorar, me sentía más tranquilo.

Aún asi, mi vientre tenía una herida abierta, realmente horrible, que no paraba de sangrar. Me sentía muy mareado por la gran pérdida de sangre. Tenía que parar la hemorragia de alguna forma, o podría morir.
Ahora que lo pienso, eso no suena tan mal.
-Pues no puedes morir en manos de humanos. -me digo a mi mismo, en un susurro- Eso sería muy patético.

A duras penas me logro sentar, mientras mi vientre sigue y sigue despilfarrando valiosa sangre. Eso me da aún más hambre. Me tapo la herida con las manos.

Yo sé, que si logro que me den sangre, mi curación se activará, y gran parte del dolor se irá. Necesito sangre. Mucha sangre. Y rápido.

Intento gritar, pero mi garganta arde al intentarlo y escupo sangre.
"Mejor te callas"-pienso

Cerré los ojos. No sé cómo me dormí.

Puedo sentir claramente como el filoso cuchillo penetra mi carne y corta hacia arriba, formando una perfecta línea recta en vertical. Intento liberar mis manos, pero las ataduras son muy fuertes.
Ellos siguen cortando.
Me sacan varios órganos, pero no sé cuales son.
Yo grito desesperado, les ruego que paren, que desde ahora seré bueno y que no los volvería a insultar. Pero ni Sebastian ni Kiara me escuchan. Están muy ocupados sacando cada órgano de mi cuerpo.
Yo sé que los vampiros regeneramos los órganos y que sólo necesitamos el corazón para seguir viviendo, pero aún así doy un grito desgarrador cuando Sebastian me muestra cruelmente una bandeja de plata, llena de sangre y con todos mis órganos arrebatados sobre ella. Me desmayo.

Despierto llorando. Fue sólo un sueño. Más bien una pesadilla. Y lo peor, es que todo ese infierno lo viví ayer.
Me miro el vientre.
Por suerte, mi herida ya comenzó a curar. Aunque se tardará bastante por la falta de sangre, me alegro igual. El dolor también disminuyó. Algo bueno después de todo.

Me duermo otra vez. Supongo que el dolor agota.

4 p.m.

Despierto con muchísima hambre. Ahora sí que necesito sangre, o si no me volveré loco.
Quiero gritarle al imbécil de Sebastian que me traiga algo de comer, pero sé que eso sería peor. Ya ví lo que pasó sólo por insultarlos. Se supone que hay que aprender de los errores, ¿no?

Pues, opto por sentarme tranquilamente en el frío suelo de mi celda, esperando por las 5 p.m. que es cuando nos alimentan.

Falta mucho.

Narra Saraphine:

¡Al fin! ¡Al fin! ¡Al fin!
¡Ya es mi cumpleaños!
Estoy tan feliz. Ya tengo 15 años, y según mi mamá, edad suficiente para tener una mascota. ¡Si! ¡Esperé tanto para este día!

Hoy iré con mamá a escojer a mi nueva mascota. Mi mamá quiere que adopte a un fauno, dice que son más tranquilos y sumisos, y que no causará problemas. Mi papá, en cambio, quiere que adopte a un hombre lobo. Dice que por lo menos un lobo nos cuidaría la casa.
Sin embargo, yo no sé cual eleguir. Mi amiga Juliett me dijo que sabría cuál es mi mascota perfecta en cuanto la viera. Espero que tenga razón.

-¡Saraphine es hora de irnos!- grita mi mamá desde el piso de abajo. Me asomo por la puerta de mi pieza para responderle: -¡Voy!
Corro hacia mi cama para cojer mi abrigo. Procedo a salir de mi pieza, cuando veo el gran espejo vertical que está colgado en la pared al lado de mi cama. Me detengo para mirarme.

Un Vampiro Esclavizado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora