Capítulo 6: Quilla

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Narra Kean:

Simplemente no podía abrir mis ojos.

Noll se sentó sobre mí. Apreté con impotencia mis puños mientras sentía sus manos recorriendo todo mi pecho, al mismo tiempo que movía sus caderas sobre las mías de forma provocadora.

- Para, por favor. - le dije sin mirarla, mientras trataba de liberarme.

Ella río por lo bajo y me ignoró, siguiendo con sus movimientos.

Yo respiraba agitadamente, pero mi respiración se entrecortó y mis ojos de abrieron de par en par cuando, de un segundo a otro, me sentí dentro de ella. Todos mis músculos se tensaron. Podía sentir el sudor recorriendo mi frente.

- Nada mal - dijo Noll sonriendo con lujuria.

Comezó a moverse hacia adelante y hacia atrás, y a gemir cada vez que lo hacía. Su cara reflejaba lo mucho que lo estaba disfrutando. Yo sólo miré hacia otro lado rogando para que esta pesadilla terminara. Quería gritarle, pero de mi boca no salía ningún sonido. Estaba muy avergonzado.

Pude sentir cuando Noll llegó al orgasmo un momento después. Yo quizás también hubiera llegado, pero por suerte Noll dejó de moverse. Ella sonrió de nuevo y se quedó un rato más encima de mí, con la vista pegada al techo, susurrando cosas que no me molesté en intentar comprender. Yo todavía respiraba entrecortado, y mis puños no podían dejar de temblar. Quería que se fuera de una vez, pero temía que si le decía algo quisiera repetir la pesadilla.

De repente, Noll se separó finalmente de mí, se cubrió con una bata y, sin decir ni una sola palabra, se encaminó hacia la puerta de salida, cerrándola detrás de ella.

Yo me quedé allí, inmovilizado y con la respiración agitada. Cuando la vi irse me inundaron sentimientos horribles. Me sentía sucio y cobarde. ¿Porqué no intenté hacer más? ¿Porqué no intenté luchar? Quería llorar, pero mi orgullo me lo impedía. No iba a permitir que algún humano entrara y viera que habían logrado quebrarme.

Pasaron algunos minutos antes que escuchara nuevamente el pestillo de la puerta correrse. Tres humanos vestidos de guardias entraron a la sala. Uno de ellos llevaba ropa celeste en su mano.
Los tres se acercaron a mí.

- Ni se te ocurra hacer algo estúpido. - dijo el guardia que tenía la ropa, comenzando a soltar mis ataduras al mismo tiempo que los otros dos sacaban armas de sus cinturones y me apuntaban con ellas.

Cuando estuve libre, me levantaron y me tiraron la ropa al pecho. Era una polera y unos shorts, bastante sucios y de color celeste.

- Póntela. - me ordenó un guardia con voz grave.

Con angustia me vestí. Hubiera preferido bañarme para sacarme la horrible sensación que me invadía, pero al parecer eso no era una opción.

El guardia abrió la puerta con desgano y me empujó para que la cruzara. Yo le hice caso. No tenía ánimos para contradecirlo.

Me escoltaron a través del pasillo, donde podía escuchar quejidos y tintineos de cadenas provenientes de habitaciones. De seguro otras criaturas estaban siendo humilladas por los horribles humanos.

Cuando llegamos a una esquina, un guardia me agarró con rudeza el cuello de la polera y me empujó hacia unas escaleras que bajaban hacía otro pasillo, pero esta vez era larguísimo.

Caminé cabizbajo. El pasillo estaba lleno de celdas con puertas gruesas de metal. Podía escuchar sollozos quejumbrosos dentro de ellas. Conté 15 celdas por lado, todas bastante separadas entre ellas.

Al llegar a casi la última celda, los guardias se detuvieron. Me volteé sabiendo que era la mía. Dos de los guardias me apuntaron con sus armas, mientras uno de ellos abría la puerta. Ésta emitió un chirrido terrible que me hizo doler la cabeza.

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⏰ Última actualización: Aug 22, 2021 ⏰

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