Los dientes de Sakura rechinaron mientras estudiaba el mapa extendido sobre su cama, que por primera vez, era algo adecuado para su tamaño. Su BlackBerry era totalmente inútil en Japón. El GPS del país, que supuestamente funcionaba como si fuera magia, no era compatible con su teléfono, lo que dejaba a Sakura tener que hacer la navegación a la antigua.
Por desgracia, ¡nada en el mapa tenía un maldito sentido! Leía japonés bastante bien, sólo que no era suficiente para convertirla en Cristóbal Colón de la noche a la mañana. Además, era mala con las direcciones y punto. ¿Cómo diablos iba a ser capaz de encontrar el edificio de administración de la escuela con un mapa que no tenía flechas de GPS trazando automáticamente la ruta correcta a su destino? ¿Qué iba a hacer ahora? Sakura caminó a trompicones hacia el espejo, mirando su reflejo. No vamos a enloquecer.
No vamos a ser melodramáticas. Vamos a encontrar una solución para esto. Mirar su reflejo siempre calmaba a Sakura, sobre todo porque le gustaba ver los resultados de su obra. Le encantaba la moda, siempre lo había hecho desde que tuvo edad suficiente para decir “Vogue” y cada día pasaba ansiosamente al menos dos horas sólo planificando y perfeccionando su atuendo, incluso si fuera su madre la única que viera el producto de sus esmerados esfuerzos. De hecho, su amor por la moda había sido una de las razones principales para que Sakura estudiara en Japón. Amaba la fresca moda callejera del país y estaba muy ansiosa de ser parte de ella.
Para su primer día, que era hoy, Sakura había elegido atar su cabello en una cola de caballo, pero dejando caer la mayor parte de su flequillo libremente sobre su frente con un barrido lateral, marcando así las suaves líneas de su rostro. Como era primavera, Sakura también había tratado de vestir en consecuencia, pero con un enfoque sutil en destacar su camisa blanca de manga larga con cuello V y sus pantalones de mezclilla gris suave con accesorios: un amplio cinturón verde a juego con el color de sus ojos y un par moderno de botas de cuero marrón. Y en caso de que la temperatura bajara repentinamente, Sakura estaba preparada para eso también, con una chaqueta de pana a juego, con la intensión de asegurarse de que se vería bonita incluso si estuviera helada de frío. Ella se veía bien con todo, si se lo dijera a sí misma.
Pero ¿era lo suficientemente bueno para el chico del segundo piso? ¿Lo suficientemente bueno para que la ayudara una vez más en vez de arrancarle la cabeza? Sakura soltó un bufido. Lo dudaba. Él era el hombre más rudo que jamás había conocido. Pero el hecho seguía estando… lo necesitaba.
¡Bang, bang, bang!
Alguien estaba llamando con fuerza a la puerta de nuevo, despertándolo. Por un momento, Sasuke estaba confundido por una sensación de déjà vu. ¿Era de nuevo la chica y sus maletas? Pero no podía ser. Ya había jugado al botones para ella, así que ¿ahora qué?
Frunciendo el ceño, se levantó y sin molestarse en usar cualquier cosa por encima de sus bóxers esta vez, fue directamente a la puerta para abrirla.
Era ella.
Sakura se tragó un jadeo. Oh, Dios mío, ¿no se daba cuenta que estaba prácticamente desnudo? Una vez más, él estaba parado frente a ella con los pelos más parados que jamás había visto... así como la visión del pecho más caliente que también hubiera visto en su vida. Sakura quería suicidarse, sobre todo por la traición de su cuerpo. ¿Cómo podía desear tanto a este hombre que era un idiota?
Los ojos de ella cayeron involuntariamente y lo que vio casi la hizo jadear. Esta vez determinada a mantener su mirada en su cara mientras se disponía a no ponerse roja ante el recuerdo de su enorme erección, Sakura logró convocar su sonrisa de megavatios, la que le dio una victoria de Grand Slam en el concurso de Srta. Popularidad en su escuela secundaria. Con la sonrisa en su lugar, Sakura entonces esperaba que él besara el suelo por el que ella estaba caminando.
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Sasuke y Sakura
أدب الهواةEn su primer año de estudios en el extranjero, la hermosa y vivaz Sakura Haruno de dieciocho años está en una misión de olvidar su pasado. Una vez, ella amó ser la Reina del Flirteo, amaba jugar duro, y eventualmente, ser atrapada. Ahora, ella no pu...