Laura

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La habitación aislada donde Laura se encontraba aún tenía rastros despojados de la calma presunciosa e indiferente que la catalogaban 2 horas antes.

Los quejidos, el llanto, el asqueroso olor a látex y el abundante color blanco que horas antes se pintaban de humillante color rojo tenían a Laura sin ganas de conciliar el sueño.

No tengo porque afrontarlo, no tengo la necesidad de seguir los consejos de los demás, palabras inertes pues no están en mis zapatos... No fueron violados.

A la izquierda de la camilla no paraba de vibrar el celular incómodamente posicionado para una mujer en su estado, más responder el llamado para ella, no era más que escuchar lo típico que deberías escuchar después de un embarazo.

"Felicidades" "me alegró mucho por ti" "lo que necesites, sólo pídelo" "me gustaría ir a verte, pero tengo que trabajar", Basuras.

Laura aseguraba con todo su ser que hacía lo correcto al no querer reconocer al niño, no tenía la culpa pero, el áspero ardor en su cabeza y el vacío en su vientre le recordaba que el infierno al fin comenzaba a enfriarse, sin embargo, la soledad que la acompañó durante todo el embarazo seguía reflejado en todo lo que veía, la flor marchita en el estante, el tenue color gris que da la luz de la luna pasando por la ventana, el celular que dejó de vibrar...

Una lagrima comenzó a brotar por la mejilla de Laura, que no le dio importancia hasta que esta bajo hasta su cuello y le causó incomodidad, de pronto comenzó a escuchar un terrible llanto que se acercaba a la habitación y Laura cerró los ojos para simular un profundo sueño... ojalá eterno.

Punto de encuentroWhere stories live. Discover now