Capitulo 3

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—Genial...— Marta no paraba de dar vueltas por toda la habitación—Y ahora que se supone que debemos hacer?

—Supongo que cumplir lo que dice y esperar

—Ya, pero como da tantas instrucciones— puso un tono irónico en la voz

Dejé pasar eso y me concentre en empezar a hacer lo que ponía en las instrucciones

—Bueno, empecemos por guardar la llave en un lugar seguro, se aceptan
propuestas de todo tipo — dije mientras me dejaba caer en el sofá

—Que tal si te la metes en el bolsillo?

—Claro, como es un lugar tan seguro— no pude evitar poner los ojos en blanco, es que era el lugar mas estúpido que había oído... menos mal que había dicho "seguro" sabes...

—Ay chica, pues no se... es que sigo intentando encontrar una respuesta lógica a todo esto y no me concentro bien en lo demás.

—No creo que la encuentres, por que no creo que la haya.

—Ufff... esta bien, intentaré relajarme   —se sentó a mi lado en el sofá, se cruzó de piernas y apoyó el codo en su pierna mientras la mano la ponía en la barbilla —Ya esta! — soltó un grito que casi me deja sorda

—El que ya esta?

—Que ya se donde te puedes guardar la llave

—Y es...?

—Te puedes hacer un collar con ella y así llevarla siempre encima

Después de meditarlo durante unos instantes asenti con la cabeza, no era una mala idea

—Bien, pues espera a que te traiga una cadena, ahora vuelvo

Salio por la puerta del comedor y al instante volvió con una cadena de plata en sus manos, después metió la cadena por el agujero de la llave y se fue acercando a mi.

—Girate, que te la voy a atar— obedecí al momento, le estaba costando un poco engancharla y no pude evitar soltar una risita —Ay calla pesada, encima que te la pongo...amsss.... ¡ya esta!— dio saltitos y puso una sonrisa de oreja a oreja.

—Al fin, ya pensaba que me moriría esperando a que me la ataras— bromee y me gané un puñetazo en el hombro de su parte— au, eso a dolido.

—Tu solita te lo has ganado.

—Está bien, está bien— hice un mohín

De repente escuchamos a Elainne llorar

—Por que llora?

—Me parece que tiene hambre, y tenemos un problema... no tenemos comida

—Pues habrá que ir— desvió la mirada para evitar tener que ir.

—Ufff... me estresas, de acuerdo, iré yo— me resigne

—¡Genial!— se acerco a mi y me dio un beso en la mejilla —adiós mama.

Puse los ojos en blanco y salí por la puerta, ahora tendría que enfrentarme a la vergüenza de ir a comprar comida y pañales para bebes... que pensaría la gente que me conociera?

La herederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora