-¡Que alguien me ayude! -grita con todo su ser. Sus ojos suplican que pare pero no lo haré, no me da nada de lástima.
-Nadie te va a ayudar, ni mucho menos salvar de morir quemada. Mereces estar dónde estás, mereces esto. No sabes las ganas que tenía que este momento llegase. ¿Últimas palabras? -pregunto inocentemente, cogiendo el mechero.
-¡Fue Ubel! Ubel Bierk fue quién mató a tu madre, yo no. ¡Por favor, déjame ir! -confiesa.
-¿Sabes? Cuando estás haciendo algo malo, no te das cuenta de lo mucho que te estás equivocando. No te das cuenta de las consecuencias que vendrán después, es añadir más problemas a los que ya tienes. -explico, sentándome en el suelo.
-¿Lo dices por lo que estás haciendo ahora mismo? -cuestiona, con una pizca de esperanza. Es tan joven y está tan llena de vida, no me puedo creer que haya llegado hasta ese punto.
-No, yo nunca me arrepiento de lo que hago porque sé que está bien. -afirmo.
-¿Matar a una persona está bien? -exclama incrédula.
-No tienes ni idea de lo que puede llegar a hacer alguien para conseguir lo que quiere. -respondo riéndome.
Sin decir nada más, prendo el mechero y una preciosa llama naranja capta la atención de las dos.
-Dulce agonía.
Me inclino y la acerco lentamente al combustible que está a metros de mi y observo cómo la magia hace su trabajo.
Escucho su respiración entrecortadada, y sus lágrimas caer al gran charco que hay en su alrededor.
Salgo de allí antes de que el fuego me toque, cerrando la puerta de hierro detrás de mi, mientras lo único que escucho son gritos de dolor.
-Una menos. -susurro y reviso el lugar para que haya rastro de nada.
Me subo al coche. Respira, Hannah, respira. Trato de calmarme pero el esfuerzo es en vano.
Abro el portátil y busco los vídeos. Los necesito, necesito a mi madre. Necesito escuchar su voz.
El primer vídeo que aparece es cuando fuimos de viaje a DisneyLand París, Harry me coge de la mano y corremos hasta ver a Pluto, mi personaje favorito. Escucho la risa de mamá detrás de la cámara y el corazón se me encoje.
Me pongo de puntillas para llegar a la altura de mi mejor amigo pero ni haciendo eso consigo ser igual de alta que él. Me cruzo los brazos y pongo morritos, molesta por ser tan bajita.
Sonrió al recordar ese día, nunca lo voy a olvidar. Nunca voy a olvidar las palabras de Harry: "Nunca estarás sola". Sin embargo, ahora lo estoy. Lo merezco, merezco lo que me está pasando.
Cierro el ordenador bruscamente y arranco mi coche. Por el rabillo del ojo puedo ver como la casa está completamente en llamas.
Intento salir de allí lo antes posible, pero hay algo que me detiene. No puedo mover el volante y los pedales están bloqueados.
El corazón bombea sangre rápidamente. La respiración aumenta por segundos. Cuento hasta tres, sus ojos llegan a mi mente.
Está aquí, puedo sentirlo. Está a mi lado, no me toca solo permanece tranquilamente, junto a mi.
-Estarás otra vez entre rejas, cariño. -su asquerosa voz resuena en mi cabeza, otra vez.
-¡Déjame en paz! -grito, mirando hacia los lados. No hay nadie.
-Nunca estarás en paz con tu propia mente. Nunca. -afirma.
Unas fuertes manos que no puedo ver, agarran mi cuello, apretándolo con dureza. Necesito respirar, el aire no llega a mis pulmones hasta que me suelta. Cojo un poco de oxigeno y piso de nuevo los pedales pero siguen bloqueados.
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Sempiternal.
Mystery / Thriller«Me meteré en tu mente y te maltrataré psíquicamente hasta que te vuelvas loca y quieras matarte».