Los ojos esmeralda del dragón volvieron a penetrar en mi. Durante estos últimos minutos, cada vez que nuestras miradas se cruzaban mi cabeza dolía.
Me encontraba atrapado con el ejemplar de furia nocturna hacía ya casi una hora, Astrid me había dejado en esta fosa natural junto al dragón para que de alguna forma lograse "recordar" a la bestia. Pero en mi cabeza no caía esa opción ¿Yo amigo de un dragón? ¡He sido el vikingo más cobarde desde siempre! Por Thor... Astrid debió golpearse fuerte en la cabeza como para inventar que yo montaba dragones, que había salvado a toda la isla y que he traído la paz entre ambas especies.
Al momento en que desperté ayer lo hice con un gran dolor de cabeza, Astrid dijo que había tenido una caída... y al poco tiempo se dieron cuenta que también había perdido parte de mi memoria. ¿Y qué parte? Pues justamente la que incluía a mi "gran amigo dragón". Como Jefe de Berk hace ya un año no me hacía gracia aquella afirmación.
Volví a gruñir al ver al dragón volverse a acercar.
—¿Qué quieres ahora? —Mi tono agrio pareció molestarlo, se limitó a encoger sus orejas y darme la espalda. Genial, al parecer lo he ofendido. En estos momentos ya no le tenia miedo, todo este se acabó esfumado al momento en que el dragón brincó hacia mí para —lo que creo yo— abrazarme. Pero con el paso de las horas se había vuelto molesto.
Aún no logro explicar esta sensación de familiaridad que sentía al momento de verlo a los ojos, durante este rato he llegado a pensar que el dragón realmente puede ser alguien importante a quien he olvidado. Puede sonar raro pero mi cabeza está pensando severamente en que mis pensamientos sobre la bestia están equivocados, ¿No tendría que haberse rendido ya?¿Qué tan persistente puede llegar a ser un dragón con tal de lograr su cometido? Creo que realmente merece una oportunidad...
—¡Oye! Dragón ¡Hey! —Llamé al Furia Nocturna quien volteó de inmediato. En su rostro se podía ver una expresión de alegría que no mostró con anterioridad. Llegó saltando hasta mi lado.
Nuestras miradas se volvieron a cruzar, pero esta vez la cabeza no me dolió, si no que fue un recuerdo fugaz lo que llegó a mi mente...
"tú eres mi... amigo"
¿Amigo? ¿Realmente era mi amigo? Si este recuerdo no era tan solo una ilusión, este dragón y yo teníamos un vínculo muy especial. Centré mi vista en los pasos que daba el dragón, había derribado un árbol y empezaba a remover la tierra y trazar una extraña forma. Cuando terminó, una fuerza me impulsó a empezar a moverme entre las líneas, a avanzar hacia el dragón sin pisarlas.
Me encontré con los ojos esmeralda del Furia Nocturna. Esto ya había pasado... mi respiración era entrecortada y dudaba de lo que hacía, me encontraba en mi cuerpo de quince años, con el corazón acelerada y temiendo que cualquier movimientos erróneo arruinara todo. Cerré mis ojos y estiré mi mano derecha, esperando que él se acercara. Fue la primera vez que lo toqué...
Abrí mis ojos al sentir las ásperas escamas en contacto con mi mano. Su mirada logró calar hondo en mi. Un abismo de imágenes volvieron.
"Dragón Malo"
"Tienes dientes retráctiles"
"¡Confía en mi!"
"Gracias por nada, reptil inservible"
"Tú eres mi mejor amigo, Chimuelo, mi mejor amigo".
Mis ojos se llenaron de lágrimas.
—¡Chimuelo!
***
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