Desperté tan temprano, con los rayos del sol en mi cara, quería pasar todo el día en casa, así eran mis domingos, pero tenia planeado ir al parque con él.
Él hacia mis domingos divertidos, podría escuchar su voz hasta que mis oídos sangraran.
Y cuando ríe, cuando ríe el mundo me da igual.
La primera vez que vi su sonrisa, lo supe. Era lo primero que quería ver al despertarme durante el resto de mi vida.
¿Sabe lo que siento por él? Claro que no.
Es un sentimiento que, aún, no encuentro la forma de explicar.
Pude reconocerlo de lejos en el parque como habiamos quedado
—¡Harold!
—¡Lou! ¿Cómo estas?
—¡Muy bien!
Pasamos la tarde jugando con otros chicos que se encontraba ahí, acostados en el pasto usando nuestra imaginación con las nubes y hablando.
Su voz era suave, baja y serena, era todo lo que necesitaba.
—Lou, me gusta tu sonrisa.
—Y a mi.. la tuya.
Se sentía raro, es decir, ambos sabiamos que habia algo entre nosotros
—¿Tienes miedo?.
—No -respondí.
—Mientes.
Tenia miedo, así es. ¿Qué dirian sobre nosotros? ¿Podría aguantar escuchar las risas, los comentarios al caminar por los pasillos?.
Es que esta sociedad realmente cada día era un mierda, y lo peor, que formabamos parte de ella.
Pero Harry un día me dijo "Es que cuando conoces a la persona correcta, no lo sabes, lo sientes.". Y tenia razón.
—Muchas gracias.
—¿Por qué? -preguntó desconcertado.
—Por aguantar mis tonterías. Por estar siempre y quererme en la manera que lo haces -susurré.
Y él solo me miró. Y tuve la sensación de que podía caer dentro de sus ojos. Y me pareció perfecto.