Carta.

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Capitulo 1


Sus dedos se pasean por el reposabrazos del asiento, su cabeza esta ladeada, el cabello le cae en suaves ondas sobre el hombro.

-Pero Madre...-Entona intentando atraer la atención de su progenitora, la cual se encuentra de pie frente a la chimenea, las llamas le alumbran el rostro, una de las manos se aferra a la carta en ella.

-Pero nada Harold- Dice de manera dura, se gira en su dirección, sus manos se acomodan una sobra la otra frente a ella, el vestido hace ruido a cada paso que ella da, las zapatillas creando un eco suave- Este es el destino que Dios tiene para ti- Murmura, sus ojos verdes lo miran, las facciones suavizándose.

-Está bien madre- Sus palabras son solo un suave susurro que el crepitar de las llamas oculta; sus ojos bajan a su regazo donde sus manos están unida, puede visualizar el anillo en su dedo anular, aquel anillo que se encuentra encima del sobre de la carta, el anillo de la realeza de Inglaterra, el anillo que la familia Tomlinson envió pidiendo la mano del hijo menor de la Reyna Anne y el Rey Robín.

-Harold-La voz de su madre es suave al dirigirse a él, puede ver la parte inferior del vestido de su madre- Sé que esto no es lo que planeabas, sé que querías encontrar el amor por tu cuenta pero esto cariño es una señal, naciste para ser parte de la realeza Harold y lo serás casándote con el príncipe Louis.-las manos de su madre toman su rostro, acunándolo con suavidad- Este será tu destino Harold-dice con suavidad.

Harry solo puede asentir, los ojos se le llenan de lágrimas que son contenidas hasta que su madre lo deja marchar; sus pasos son rápidos mientras avanza por los largos pasillos, las lágrimas le nublan la vista. Una vez en su habitación la puerta es cerrada a sus espaldas, se deja caer al suelo, el dorso de su mano callando sus sollozos, la presencia de un cuerpo rodeando el suyo lo hacen romperse, el olor de su hermana entra en sus fosas nasales, picante y fuerte, calmándolo más a cada minuto hasta que el mundo a su alredor se vuelve oscuro y Morfeo viene a su encuentro.

Cuando despierta se encuentra solo sobre las mantas de su cama, desde su posición puede observar la luna que se deja entrever sobre las cortinas de satín blancas, la luna que se alza imponente ante todos, la luna que es la única que se encuentra ahí cuando maldice ser un omega, la cual es la única que lo puede ver quebrarse de nuevo hasta quedarse dormido.

Cuando sus ojos se abren de nuevo es por el suave sonido de su doncella, la cual aparta el rostro de su cara con ojos amables.

-Buenos días príncipe Harold-entona, sus facciones son suaves cuando le otorga una inclinación, se mueve por la habitación.

-Buenos días Jade-murmura, la voz le sale ligeramente pastosa por no usarla en horas, siente los labios resecos y agradece a Jade cuando le tiende un vaso con agua. La misma se gira buscando entre los baúles la ropa adecuada para el día.

-La reyna Anne me busco esta mañana, me pidió de favor que la acompañara en el desayuno de hoy- una vez Harry se ha puesto de pie Jade se acerca a él, desbrochando las ataduras de su camisa con agiles dedos- El baño está listo para usted, cuando este dentro puede llamarme-Harry entona un gracias suave mientras se dirige a la habitación adjunta a la suya, una tina de madera se encuentra en el centro el vapor sale de ella y el olor de la vainilla llega hasta sus fosas nasales.

Con cuidado y tranquilidad desamarra los cordones de su pantalón dejándolo caer al suelo, la camisa que se encontraba colgando de sus hombros sigue el mismo curso igual que el calzón de lino; con tranquilidad sube los peldaños que lo ayudan a entrar a la tina una vez ahí se deja relajara mientras el agua lo cubre, sus ojos se cierran, un suspiro trémulo abandona sus labios.

-Jade puedes entrar-murmura, sabiendo que su doncella esperaba por el fuera del cuarto de baño, cuando esta entra se dirige a él en pasos silenciosos, puede oír el movimiento del agua antes de que la misma caiga sobre su cabello. El baño prosigue hasta que el agua se ha tornado tibia, como muestra de eso es la señal para salir y ser vestido, mantas mullidas lo rodean cuando su piel es secada y obedece a cada palabra de su doncella cuando lo viste. La tela se siente suave en su piel; una vez completamente vestido y el cabello seco, se encamina hasta el comedor, Jade a sus espaldas siguiendo sus pasos de manera silenciosa.

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