Capítulo 1: La Virtud de Sov

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La Evolución... Esa palabra que resume en tan sólo nueve letras el cambio que supone ser un ser vivo. Las diferencias entre una especie y otra. El aterrador paso del tiempo que se va llevando nuestras vidas y aquello que conocemos.  Así pues, también existen seres vivos que habitan lapsos de tiempo predefinidos, cuyo reloj corre desde que nacen hasta que la vejez les hace brotar canas y aspectos desgastados. 

Los Insomnes son un ejemplo contrario a lo que la evolución respecta. Rompen las leyes de la vida y se aferran al tiempo de forma distinta a lo común. Sea usted bienvenido a nuestra historia, que ha sido grabada en la roca madre de los mundos que hemos pisado:

Todo comenzó un día como cualquier otro cuando Uldren Sov, el joven heredero al trono, acompañaba al Comandante Piciano Pentos hacia la base militar que custodiaba las minas de hierro, sitio donde Sov trabajaba sin descanso día y noche pese a ser el príncipe de su especie. —Otro buen día para trabajar, ¿No, Comandante? —Preguntó Uldren de manera amigable al ingresar a la base.

—Así es compañero. —Afirmó palpándole el hombro—. Si no me equivoco, hoy te toca el turno de la Cueva del Eco Infinito.

—Genial, me toca recolectar hierro del bueno, y estaño para variar.
 —Uldren descuelga su casco del soporte para equipos y se embarca en su recolectora—. Nos vemos al final del dí...

Repentinamente, todas las alarmas de la base se dispararon, generando un gran pánico en el personal. Los guardias trotaban hacia el exterior con sus armas en mano y el Comandante salió alarmado a ver lo que sucedía. Al salir, los nervios casi lo hacen ahogarse con su propia saliva, era un hecho tan maravilloso y aterrador como descubrir un nuevo color para el cerebro. Se trataba de docenas de buques espaciales aparcados en el exterior del planeta, vigilando a los Insomnes celosamente, tal era su tamaño que, aún a miles de metros de distancia, podían verse como un edificio más en la ciudad.

—¿Comandante? —Preguntó Uldren al notar la conmoción de su encargado, tal vez era por la presencia de otros entes en el universo o quizá porque se dejó la estufa encendida al salir de casa—. Esto es inquietante, pero... ¿Se encuentra usted bien

El miedo y preocupación de Piciano invadieron su cuerpo de pies a cabeza, impidiendo moverse y bloqueando todo sonido que se dirigiese a él, no estaba preparado para presenciar semejante evento. —¿S... Sí? Ah, claro... Guardias, vayan a los hangares y tomen cuervos. Hagan volar esas naves ahora mismo, no conocemos sus propósitos y tampoco deseo averiguarlo. —Inmediatamente los guardias comenzaron a movilizarse hacia los hangares, sin embargo, Uldren sentía una corazonada. Sentía latente deseo de demostrar su valía ante su hermana quien había sido coronada casi un siglo atrás.

—Comandante, no podemos cometer semejante atrocidad. Desconocemos por completo sus propósitos y, sean malos o buenos, ¿Qué tal si vienen a dialogar? —Preguntó Uldren estando muy seguro de aquello que su corazón quería; Paz.

Piciano le dirige la mirada a su príncipe, poco confiado por el peligro que suponían esas naves en la órbita. Pero, siguiendo su código de lealtad a la corona, decidió hacer un voto de silencio y que el destino dictase sentencia para los Insomnes ese día. —Lo que el príncipe diga, se tiene que hacer. —Recitó Piciano tras bajar la cabeza ante su joven monarca.

—Yo me encargaré de ellos. —Uldren ingresa a la base nuevamente, embarca su vehículo colector, no diseñado para largas distancias, y se encomienda a los dioses para bendecir su viaje. —Aquí voy... Por mi pueblo.

Los motores de su nave se encendieron y aceleró a toda potencia permitida por los desgastados motores por el trabajo, era como obligar a un anciano a correr, podría caerse en cualquier momento. Fueron unos intrigantes treinta minutos de ascenso en línea semihorizontal, dirigiéndo su motor hacia los incoloros buques forrados de acero platinado que reflejaban la superficie sin problema alguno. En medio de la flotilla había un navío de aspecto distinto a las demás; esta tenía mayor tamaño y una superficie aplanada con cuatro propulsores que parecían las patas de una mesa de café, pudiendo girar omnidireccionalmente.

—Escaneo completo, identificada nave nodriza a noventa grados sobre usted. —Añadió la computadora I.A del cacharro que Uldren conducía. Al paso de unos segundos, un rayo blanco que giraba como espiral abrazó la nave de Uldren, jalándola lentamente hacia el aparente buque insignia. —Alerta, se ha detectado una obstrucción en el sistema de propulsores, algo o alguien está impidiendo nuestra movilidad.

—Joder... ¡Sácame de aquí ahora mismo, computadora! ¡Eyéctame! —Gritó Uldren desesperado mientras trataba de zafarse del asiento.

—Acción de..gada, se ha det....do una falla en el siste.. de eyección. Por favor, busque otra manera vi.... de evacuar la nave. —Dijo la I.A en muy mal estado y con notable interferencia. 

Sov golpea fuertemente la consola de mando por su desesperación, sabía que nada lindo lo esperaba en aquella nave a la que poco a poco se acercaba. Repentinamente, entre forcejeos a la palanca de eyección, la consola se ilumina de un color verde lima. Era una transmisión entrante de fuente desconocida, probablemente proveniente de la nave. —¿Pero qué...? ¿Quién llama? —Uldren, no muy seguro de lo que hacía, contesta y un ruido ensordecedor invade la muy reducida cabina de su transporte, aturdiendolo y despojándolo de sus sentidos completamente, hasta caer en estado de coma leve.

Las horas pasaron y no había respuesta de Uldren en la superficie de Calique, las personas comenzaban a preocuparse. Sin embargo, en el espacio ya era otro cuento, Uldren estaba atado a una camilla metálica adaptada a su estatura, pues, a pesar de su descomunal tamaño, las salas y pasillos del navío parecían estar diseñados para seres más pequeños. Cuando despertó, la luz de un foco que iluminaba su cara lo cegó por completo y, cuando recuperó la vista, se percató de haber sido despojado por completo de sus prendas, justo como en una clínica. El salón donde se encontraba era claramente un laboratorio, capsulas reposaban en las repisas y contenían especímenes de criaturas ajenas por completo a Calique, era evidente que no es la primera vez en la que visitan a alguien.

—¿Dónde estoy?, ¡Qué me hacen! —Gritó con desesperación mientras intentaba zafarse de las correas que lo mantenían sujeto a la camilla. —¿¡Quienes son ustedes!?

Dos seres humanoides completamente metálicos se posaron frente a él, detallando su físico y marcando líneas y puntos sobre la piel del amordazado, se decían cosas entre sí mismos y, a pesar de su inentendible idioma, era muy fácil suponer lo que se decían por sus señas y gestos. —Hey, ustedes dos, ¿Qué me están haciendo?, ¡Sáquenme de aquí ahora mismo! —Dijo Uldren entre dientes mientras forzaba y tomaba impulso para tratar de reventar las correas—

Una de las dos seres se acercó más a Uldren y, para su sorpresa, le dirigió unas palabras en un indignado intento de tranquilizarlo. —Tranquilízate, criatura, sólo queremos hacer un mapa detallado de tu organismo, no queremos lastimar a los tuyos...

Muy sorprendido por haberle entendido, Uldren le respondió elevando su tono de voz, pasando de la calma del opuesto, dado que "descubrir" cómo funciona su organismo era una manera más sutil de decirle que lo abrirían. Su estómago estaba revuelto por todo esto, sin embargo, no era momento de perder la calma por completo. —¿Cómo es que hablas mi lenguaje? ¡Y no dejaré que me abran como a un maldito animal!

—Eso es información clasificada, criatu...

Uldren logra romper la correa de su brazo izquierdo y, hundiendo sus dedos en el casco platinado, toma la cabeza del robusto androide, la impacta contra la orilla de su camilla y este se "desactiva" emanando un fluido turquesa fluorescente. Luego, con todas sus fuerzas acumuladas, lanza el cadáver contra el otro científico para ganar tiempo y corta la correa de su brazo derecho con lo que parecía ser un bisturí. Mientras el otro científico se levantaba, Uldren desata las correas de sus piernas, se da vuelta, y se levanta cargando contra el androide. Lo hace impactar contra una encimera que tenía detrás, abollando su cuerpo y haciendo emanar este líquido turquesa, lo toma del cuello, lo levanta y lo pega contra la pared. —Escucha, engendro, me vas a llevar hacia el reactor de esta cosa y la volaremos, ¿Entendiste?

—Perfectamente, señor, no hace falta que se ponga violento como lo hizo con mi compañero, yo sólo quería vacaciones. —Respondió atemorizado.

Uldren fue escoltado por el científico por los corredores de la nave, los acorazados guardias que la custodiaban, los cuales no se veían de color natural sino de negro metálico, no actuaron por la cooperación del científico. Después de una larga y "relajada" caminata, Uldren y el científico ingresan a la descomunal sala del reactor, era una maquinaria impresionante llena de luces y líquido refrigerante pasando por tuberías que recorrían todo el salón. —Perfecto, ¿Puedes sobrecargar esa cosa?

—Me... tardaré un poco, asegúrate de que no nos vean, o tu plan se irá por el drenaje. —El científico se acerca al panel del reactor y establece el nivel de efectividad al cien por ciento, lo cual, luego de unos minutos, sobrecargaría el reactor y desataría una reacción en cadena que volaría la nave entera en pedacitos. —Listo, ahora te llevaré a tu nave y te irás, lamento los malentendidos. 

—Jeh... ¿Me iré? ¿Qué me dice que no volverás aquí y arreglarás lo que hiciste? No puedo confiar en ti, por lo tanto te vienes conmigo. —Este lo toma del cuello. —¿Entendiste? Tampoco era sugerencia.

—S... Sí, señor. —El científico guía a Uldren al hangar tras sujetarlo del brazo para simular opresión. Al llegar, lo suelta y configura los brazos mecánicos que sujetaban la nave. —Listo, liberé su nave, ahora salgamos de aquí o esta cosa nos... —Este es estampado fuertemente contra el suelo, dañando su sistema interno y dejándolo en una especie de estado vegetal.

—Lo siento mucho, pero no puedo dejar que cometas una estupidez al llegar a tierra o en el trayecto. —Dijo al sentar al cadáver en el asiento del copiloto. —Aunque... Eres algo majo, para ser de los invasores. —Dijo expresando ironía con una sonrisa. Configuró el sistema de navegación y encendió la nave, rumbo hacia Calique.

Sov maniobró su nave por el espacio libre entre las naves que custodiaban la nodriza, temiendo no fueran a reaccionar ante la fuga improvisada. Al paso de minutos de vuelo a baja velocidad, entrando a la atmósfera de Calique, la nave nodriza implosionó con proporciones nucleares neutralizando así a todas las naves a su alrededor. El pájaro de Uldren aterrizó cerca de la base y todos lo recibieron de manera agradecida, entre silbidos y aplausos, en especial el comandante, quien dudaba en principio de su plan.

—¿Qué lo hizo cambiar de opinión, majestad? Si no recuerdo mal, usted quería dialogar con ellos. —Este se fija en la lluvia de escombros cayendo hacia el planeta, afortunadamente, lejos de la ciudad. —Ahora tendremos que ocuparnos de eso.

—Había cosas dentro de esas naves que no eran muy atractivas, se notaba que no venían a socializar. Sólo éramos un experimento más de su amplia lista. Y, hablando de ellos, hay un regalo para usted en mi nave. —Uldren se acerca y señala al ser metálico.

—¿Qué demonios es eso? —El comandante presiona su intercomunicador. —Tenemos a un rehén en la nave del príncipe, remólquenla dentro del hangar, sáquenlo de allí y llévenlo al laboratorio. Que los civiles no lo vean, no quiero generar traumas en nadie... Buen trabajo, príncipe, hablaré muy bien de usted con su hermana.

Esa fue la primera gran hazaña realizada por Uldren, un día que sería recordado durante milenios entre los Insomnes; "El primer contacto"







Insomnes, Las Crónicas de SovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora