Capítulo 1: El Principio Del Fin

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"La vida de una persona es como una huella en el desierto, es muy pequeñita y el viento la borrará con el paso del tiempo". Eso solía decir mi maestro cuando entrenaba con él.

Desde la última vez que entrené con él han pasado ya cinco años, aunque por desgracia antes de marcharme de viaje, el Maestro "Shin", como yo lo llamaba, murió asesinado por Alec "Malus" Calevian.

Alec era de una altura cerca del metro noventa. Con complexión fuerte y una gran inteligencia. Su pelo rojizo daba paso al color de piel que caracterizaba a la especie de los Homo-demonios rojos de la que él era el soberano.

Siguiendo con el ataque a la academia, aún recuerdo lo que Shin me dijo antes de morir: "es hora de iniciar tu viaje, ya que desde hace tiempo no puedo enseñarte nada, solo el mundo será capaz de enseñarte lo que te queda por aprender".

Shin, mientras era rodeado por todos los alumnos que estaban en la habitación, nos dijo con su último aliento: "¡no hacen faltan ojos para ver ni oídos para escuchar, solo fortalecer el Alma y el Espíritu para luchar por lo que quieres!"

Aún no he aprendido nada ni he encontrado al asesino de la única persona que me importaba, ya que no llegué a conocer a mis padres, debido a que me abandonaron en aquella escuela siendo yo apenas un bebé, y el único recuerdo que tengo de mi hermano es una mísera fotografía borrosa. El Maestro Shin fue el que me encontró en la puerta de la academia, me acogió y me cuidó.

Después de recordar este mal trago que me acompaña y me acompañará siempre, llegué por fin a la primera aldea que debía visitar para iniciar mi viaje y buscar a alguien que me acompañe en mis viajes.

Aquí en la Aldea Aruberu había una taberna que solían visitar personas que estaban de viaje y hacían su parada nocturna, durmiendo en la posada del pueblo. La aldea era pequeña aunque podía verse de vez en cuando un mercado que solía tener mucho trueque por las mañanas. Una plaza daba la bienvenida a los nuevos viajeros que venían por la carretera principal, por la que pronto yo también circularía. Sus habitantes eran generalmente ancianos aunque muy buenas personas y los que se colocaban en los mercados no solían timar demasiado.

La primera parada fue en la taberna en la que nada más entrar se podía notar la presión que había en el ambiente, tanto, que un simple golpe podía desencadenar una pelea allí dentro. La mayoría de las personas sentadas en las mesas se conocían y los que estaban apoyados en la barra eran personas solitarias que estaban de paso, mientras que el camarero era un hombre valiente y seguro de sí mismo, se notaba que no permitiría una sola pelea en su bar, ya que su fuerte torso y la altura de casi dos metros provocaba miedo, si le enfadabas.

Mientras me sentaba en un taburete oxidado de la barra "El Tabernero", como se le conoce, ya que nadie sabe su nombre, me preguntaba con una voz grave que causaba temor:

-¿Qué le pongo, amigo?

-Deme un whisky con agua, por favor- le contesté.

-¿No es usted muy joven?

-Nunca pensé que le importase mi edad a alguien que vive de vender bebidas- le contesté con un aire sarcástico que le hizo reír

-Tienes mucho valor chico, eso es bueno- me piropeaba- y como me has caído bien este primero va por cuenta de la casa.

Tras haberme servido la copa que le pedí me contaba:

-Sabes yo también fui un aventurero

-¿Y qué te pasó?

-Me dispararon una flecha en la rodilla.

Pensando"¡Vaya, esa historia me suena!" dije -¿En serio? ¿Cuál es esa historia?

Leyendas De Una SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora